Capítulo 30

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"¿El final?"

Enchanted - Taylor Swift.

Tanner:

Ella se había ido.

Se había ido en serio.

Ni siquiera sabía cómo me sentía.

El impacto de la noticia me golpeó la cara tan fuerte que tuve que sostenerme de la pared del salón para no caer desmayado al suelo.

Los ojos de Vicco me observaban con precaución, mientras aún con la mano estirada, sostenía un pequeño sobre color amarillo pastel sellado. Mi nombre estaba escrito de color morado, con su letra. Con su preciosa y fina letra...

—Necesito que lo repitas Vicco...

—Creo que debes leerla.

—¿Crees? —pregunté subiendo la mirada—. ¡¿Crees?! ¡Qué coño te pasa!

—Tanner, hermano...

—¡Como pudiste Vicco! ¿Como coño pudiste hacerme esto? —respondí empujándolo.

—¡Esto no se trata de ti! ¿Qué no lo ves?

Escuché los pasos de mis padres bajando rápidamente por las escaleras, pero yo no podía concentrarme en nadie más que en el traidor de mi hermano, que daba pasos hacia atrás.

Lo iba a acabar.

—¡Como te atreviste a no decirme nada! ¡Como dejaste que se fuera así! ¡Como lo permitiste!

La voz se me rompió y las lágrimas comenzaron a derramarse por mis mejillas de manera frenética, me alejé y le di la espalda, porque a pesar de estar enojado, perder la cabeza en este momento podía terminar en catástrofe.

Yo no medía lo que decía cuando me enojaba, por eso casi nunca lo hacía, porque no me gustaba el monstruo en el que me convertía cuando la rabia se apoderaba de mí.

—Tanner, hijo...

—Ahórratelo papá.

Salí de casa corriendo hacía el porche de los Lawrence. La camioneta de sus tíos ya no estaba, ni el carro de Cyrene, ni el deportivo de los gemelos, se habían ido. Se la habían llevado con ellos, un día después de año nuevo.

Antes de tocar la puerta, esta se abrió y un Hope con ojos hinchados y claramente furioso salió disparado.

—¡Como te atreviste mamá! ¡Como la dejaste irse así!

Me quedé pegado al césped.

La cara de los padres de Faith... bueno, ni siquiera podía describirlo. Estaban rotos.

Los ojos de Dove se posaron en mí, y en ese momento supe que ella no regresaría.

Y entonces Hope se dio cuenta de mi presencia, y ni siquiera pude reaccionar cuando sentí el golpe en la mandíbula y la cara se me volteó tan rápido que me sorprendió que no me rompiera el cuello.

—¡Esto es tu puta culpa!

—¡Hope Lawrence! —gritó el señor Andrew corriendo hacia nosotros para separarnos.

Pero llegó demasiado tarde, porque Hope ya me tenía agarrado de la camisa dispuesto a darme otro puñetazo. Lo esquivé y empujé, tratando de alejarlo.

No podía pelear con él, no ahora, no con el humor que ambos teníamos.

—¡Hope! —grité tratando de detenerlo.

—¡Todo esto es por ti! ¡Ella se fue por ti! No puedo creerte esto Dixon, no puedo.

—¡Yo no tenía ni jodida idea de que se iría!

La guía de consejos de Faith. Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz