Capítulo 29

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"Te quiero"

Wolrwilde - Big Time Rush.

Tanner:

Faith me había regalado un suéter bordado con la cara de Francia en medio, y no supe cuánto lo necesitaba hasta que me lo puse.

Me dijo apenada que no esperaba que yo gastara tanto dinero en el suyo, pero que podía recompensármelo por la noche, y claramente yo no puse ninguna pega por imaginarme todas las cosas que podríamos hacer a puerta cerrada.

El concierto era el veintisiete, y ella se fue con Cyrene por la mañana del veintiséis, y lo mejor de todo fue saber su reacción con la última sorpresa.

Nunca había tenido interés en los hoteles, jamás me llamó la atención dedicarme a eso, sabía que era mi legado, y que mi padre había trabajado muy duro para lograr llegar a donde estaba. Aceptó la petición de mi madre de quedarse a vivir aquí a pesar de saber que él tendría que irse por muchos días.

Ella no quería que nosotros nos criáramos en el ojo público, y aunque varias veces salimos en los periódicos nacionales cuando un nuevo hotel se abría, Reeinder estaba demasiado alejado de la gran manzana como para tener un centenar de Paparazis en el porche.

Mis padres viajaban constantemente, pero mi madre era una mujer sencilla, a la que el punto de atención siempre la agotaba de más, y decidió que, si era necesario, acompañaría a mi padre, y si no, se quedaría con nosotros y nos haría ver películas de amor de bajo presupuesto los sábados por la noche.

Adoraba mi madre, ella era mi motor, la razón por la que quería llegar a triunfar por mi propio camino.

No sabía que hubiera sido de mi vida sin ella, sin que me despertara todas las mañanas con un beso en la frente y nos llevara al parque a alimentar a los patos.

Tenía unos padres geniales, un hermano —aunque un poco idiota— muy comprensivo, y ahora una novia que no me hacía más que suspirar.

Cuando recibí la llamada del hotel de Nueva York, supe que ella no tardaba en marcarme, y así lo hizo.

—¿Le pusiste mi nombre a una suite? —preguntó incrédula.

—No es cualquier suite fierecilla, es la suite principal.

—¡Tanner Dixon! ¿Por qué hiciste algo así?

—¿Por qué no? Quiero decir, ser heredero de una cadena de hoteles de lujo debía tener una ventaja ¿No es así?

Escuché como forcejeaba con Cyrene por el móvil, hubo golpes, arañazos, y quizá un chillido después de una amenaza de mordida del otro lado de la línea.

—¡Carajo Dixon! No sé qué envidio más, sí que seas un Dixon, o que le hayas puesto el nombre de mi prima a una suite.

—Creo que lo de la suite —contesté riendo.

—¿Es solo en este hotel o es en todos?

—Es en todos —Escuché como Cyrene se quejaba por un aparente zapato volador que le golpeó la cabeza.

—¿Cómo es que tu padre te dejo hacer algo así? —preguntó ahora mi novia, y sabía que tenía el ceño fruncido y negaba con la cabeza—, Tanner, esto es demasiado.

—No menos de lo que mereces.

—Ni siquiera puedo entender esto, eres un idiota.

—Pero un idiota que le ha puesto tu nombre a una suite de lujo ¿A qué soy genial?

La guía de consejos de Faith. Where stories live. Discover now