Capitulo 10

11.5K 966 469
                                    

"TDAH"

Nota por favor lee: Hola hola fierecillas, esta es solo una pequeña advertencia, a partir de aquí, se empezarán a tocar más a fondos los problemas que presentan los personajes. Le doy mi agradecimiento eterno a María, una psicóloga amiga mía que me ha estado ayudando para escribir sobre esto. Si no te sientes lista o preparada para seguir leyendo en algún punto de la historia, tómate la libertad de saltarte aquellas partes incómodas, ahora sí, a leer :).

Hey Angel- One Direction.

Tanner:

Sabía que, al aceptar el tratamiento, mi ritmo de vida cambiaría completamente.

Al menos refiriéndome a la vida tan despreocupada que llevaba ahora.

Había pasado una semana desde la última vez que había visto a Lucille, y ella, como la buena terapeuta que es, no me había tratado de contactar.

Estaba consciente que necesitaba ayuda, pero ella también estaba consciente que no se me podía obligar a tomarla si yo no la quería verdaderamente.

A pesar de que mi problema no fuera como otros, en cuyos casos la ayuda no puede ser retrasada, sentía que vivía en un bucle de tiempo, que repetía los días de la misma forma, constantemente.

Esto ya me estaba costando demasiado.

Si, antes sufría para poder prestar toda mi atención en una sola cosa, también me costaba seguir en una sola conversación o siquiera darme cuenta de que estaban hablando mis amigos.

En otros casos suele presentarse de diferente manera, al menos es lo que Lucille me había dicho, puedes responder antes de tiempo, tú cerebro máquina las cosas mucho más rápido, interrumpes a las personas, no te puedes estar callado, pero yo odiaba a las personas, y convivir con ellas, así que supongo que a mi se me había reflejado de diferente manera.

Pero ahora estaba la impulsividad y los piques de adrenalina que me daban a horas poco deseadas.

Cómo a las 2 de la mañana, cuando me despertaba solo para ir al baño, y al regresar a la cama, ya no podía dormir de nuevo, esto solía ser por muchas cosas, desde quedarme viendo una rama afuera de la ventana, hasta llegar al punto de no poder estarme quieto, tenía que ponerme a hacer flexiones o salir a rebotar la pelota para quemar toda la energía que sentía en ese momento.

En esos casos, no me molestaba, al menos estaba haciendo ejercicio, pero cuando la impulsividad se me presentaba con enojo, bueno, eso era diferente.

El problema no era enojarme, el problema era no poder controlarme, y eso sí que me asustaba. Porque aparte de lo que ya sufría, no quería aumentarle problemas de ira.

Bueno, corrijo, de lo que ya padecía.

Terminaría volviéndome loco del estrés.

Aunque la idea de ira terapia y medicarme me gustara tanto como tirarme de paracaídas, o sea nada, sabia que debía hacerlo.

Y aunque no lo estaba haciendo por los motivos correctos, al menos lo aceptaría, no me quedaría de otra si empeoraba y mis padres entonces me obligarían, eso sí que estaría jodido, así que prefería mil veces ir yo de malas maneras, a que me trajeran a la fuerza.

Sentado en el pequeño banquillo dentro del consultorio, mi mente divagaba entre los mil artefactos raros que había en la oficina, desde crayones hasta juguetes didácticos, esperaba que eso no fuera lo que me tenían que dar como terapia también, faltaba más.

Lucille mientras tanto, leía algunos papeles y mis anteriores expedientes para corroborar que terapia me había servido más y que podríamos rescatar de aquellas épocas y adecuarlas a las que ahora me fueran mejores.

La guía de consejos de Faith. Onde histórias criam vida. Descubra agora