❀ Capítulo 6 ❀

13.1K 923 302
                                    

6||Deténganla, o perderé la cabeza.||

I know you know - Big Time Rush

Tanner:

Uno creería que después de años y años de rivalidad con una persona, mejorar la convivencia sería más que imposible.

En especial si la dinámica era demasiado cotidiana como para desecharla, así como así y empezar de cero.

Pero después de dos semanas fingiendo una relación con Faith podría decir que, milagrosamente comenzábamos a entendernos.

Aun seguíamos discutiendo en clases y cabreando a los profesores. Y por supuesto que no habíamos olvidado lo que era insultarnos de vez en cuando, pero podía asegurar que lo hacíamos un poco menos cínico. Como si estuviésemos comenzando a tenernos respeto.

Y creía que tenía que ver con confesarle lo de Hatice.

Se mostraba menos intolerante y más comprensiva. Incluso comenzamos a comunicarnos con miradas, como si fuésemos amigos de años que no necesitaban de las palabras para entenderse y nos hacíamos reír con alguna tontería cuando estábamos solos.

Era mas sencillo cuando solo éramos los dos.

Sin sus amigos o los míos, sin su hermano, sin la presión de sentir que teníamos ojos atentos a lo que hacíamos o dejábamos de hacer.

—No lo sé Matt, está siendo más sencillo de lo que esperaba.

—Por supuesto que está siendo sencillo. —dijo mientras lanzaba la pelota y la cachaba una y otra vez con el stick.

Acabábamos de salir del entrenamiento y como todos los viernes, nos dirigíamos a mi casa para una tarde de videojuegos y piscina.

—No lo hace gratuitamente. Eres un trabajo.

—No me refería a eso, imbécil —contesté rodando los ojos—, no hablo de cómo nos comportamos aquí, con todo el mundo observándonos.

—¿Entonces de qué coño estás hablando? —preguntó con una ceja arqueada, llevaba el cabello rubio mojado por la ducha, y el golpe que le habían dado minutos atrás en la mejilla, comenzaba a tomar forma de morete.

Estábamos en una persecución detrás de la portería, cuando un suplente lo empujó a los barrotes e hizo que la pobre cabeza de Matty azotara en el metal como cosa que no servía.

Por supuesto que me reí.

Me encantaba el Lacrosse. A pesar de no llevar toda mi vida jugándolo, se convirtió rápidamente en una de las pocas actividades que jamás había querido abandonar.

Tenía costumbre de obsesionarme con cualquier tontería que me llamase un poco la atención, para que después el gusto se me quitara y entonces dejara todo inconcluso, prometiendo que en algún punto las retomaría —claramente eso jamás ha pasado—.

Me ayudaba a despejarme la mente.

Y aunque a veces era difícil seguir el entrenamiento y enfocarme como debía en las clases, con un poco más de esfuerzo del que normalmente me obligaba a dar y unas cuantas noches sin dormir, me las apañaba.

Y no se me daba nada mal.

—Hablo de cuando estamos solos en el auto, cuando venimos hacia la escuela, o nos vamos a casa —Solté un suspiro y me pasé una mano por los rizo haciéndolo reír—. No comprendo que te da tanta puta risa.

Matt no era una persona disimulada. De hecho se le daba fatal. Cuándo éramos pequeños no podíamos meternos en problemas, porque siempre terminaban cachándonos por culpa de su maldita risa nerviosa.

La guía de consejos de Faith. Where stories live. Discover now