Un paraguas roto, un pequeño acercamiento

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Capítulo 6

Rebecca

La calidez del café inunda mi garganta cuándo lo bebo. El día sigue igual, está nublado y de vez en cuándo truena y caen gotas del cielo. Salto en mi lugar cuando otro trueno se hace presente. Lo bueno es que no salió perjudicada mi camisa blanca.

Dejo la taza por un lado y me enfoco en lo que tengo en la computadora, le doy otra leída y lo imprimo, ya en mis manos me levanto y camino a la oficina del señor Harper para entregárselo y poder retirarme a mi casa.

Toco y entro cuando me lo permite.

—Aquí tiene lo que pidió— coloco los papeles frente a él, en el escritorio. Aarón ya no está, se fue hace varias horas atrás. Es un hombre encantador y amigable, se acercó a mí cuando salió de la oficia e intercambiamos un par de palabras.

—Puedes irte— salgo. En verdad el genio de esté hombre es complicado, no entiendo lo que tiene contra el mundo que todo el tiempo está amargado.

Me detengo a medio camino al ver cómo las luces del lugar parpadean un poco. Doy un grito cuando un trueno nace y las luces se apagan dejando el piso en penumbra.

—Hay no— pongo mis manos en mi pecho. El lugar esta a oscuras, alzo mis manos en el aire para tocar algo que me lleve a mi lugar.

—¿Qué es ésto?— digo cuando tiento algo duro. Sigo tocando y hundo las cejas al no saber lo que es. La sangre se me congela cuando la luz vuelve y lo primero que veo son mis manos en el pecho de mi jefe. Subo mis ojos a su rostro y como siempre, me mira inexpresivo. Su mar profundo mira el verde de mis ojos. Será amargado, grosero y todo lo que quieras, pero eso no opaca su atractivo.

—¿Seguirás tocando?— su voz grave me saca de mis pensamientos. Quito mis manos cómo si su cuerpo me quemara.

—Lo siento— me tiembla la voz.—La luz se fue y quería llegar a mi lugar.

—Rebecca, sé que la luz se fue.

—¿Cómo lo supo?— me doy una cachetada mental al procesar lo que dije.

—No lo sé — se hace el desentendido.
—¿Será porque las luces se apagaron?— solo hace esto para hacerme quedar cómo una tonta, y me enoja saber que yo sola me he echado tierra.

—¿Por qué no te has ido? Es tu hora de salida— mira su reloj, cambiando de tema y se lo agradezco internamente.

—Ya me iba — camino a mi escritorio.

—Entonces vete.

—¿No necesita algo más?

—No— camina y se pierde por el pasillo.

Acomodo algunos papeles en los cajones de mi escritorio, guardo otros en mi bolso, al igual que mi computadora; la apago y la guardo. Acomodo bien la silla giratoria y camino por el pasillo hasta llegar al elevador. Espero poco, subo a él y marco el primer piso.

Las puertas se abren.

Miro mi reflejo por el espejo y me doy cuenta que mis mejillas están rojas. Cierro los ojos suspirando pesadamente, apenas llevo dos días trabajando aquí y ya parece que me van a salir canas. No sé si es por la tensión entre los dos o porque en verdad es muy duro con sus empleadas, me llena y me llena de más trabajo esperando que renuncie o que haga algo mal para tener la excusa perfecta para correrme.

Me detengo en la entrada al ver cómo la lluvia cae con rudeza. Saco mi celular y marco el número de mi tía, dijo que iba a venir y por lo poco que me deja ver la lluvia no puedo ubicar su auto.

Mi Corazón Es Tuyo (#1. Bilogía Amor Eterno)Where stories live. Discover now