¿Odio o amor?

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Capítulo 21

Rebecca

Al día siguiente bajamos por la mañana a desayunar al restaurante del hotel. El señor Lee invitó a todo el equipo a pasar la mañana en ese lugar y aceptamos para después salir e ir a la construcción.

—Buenos días— saludo cuando llego a la larga mesa en donde está todo el equipo.

—Buenos días Rebe— saluda eufórico el dueño del hotel.—Guardé una silla para ti— señala la silla vacía a su lado.

Sonrío y me acerco para sentarme. El señor Lee está en la cabeza de la mesa, de su lado derecho está la silla para mí y para mí desgracia a un lado está el rascacielos con cara amargada.

Nos ponemos a platicar entre todos mientras los meseros traen nuestro desayuno. El señor Lee capta mi atención y me dice que Max tiene ganas de verme. En eso entra Verónica y el rascacielos inmediatamente la mira. No me había dado cuenta de que ella no estaba.

—Verónica— la llama.—He guardado un lugar para ti— Veo como a la mujer se le ilumina la mirada, sonríe agradecida y se sienta a su derecha.

Me muevo incómoda en mi lugar y de reojo miro como le pone atención a su asistente, le sonríe como me sonreía a mí y la trata como si fuera su amiga. Respiro pesadamente y bajo mis manos a mi regazo al sentir las ganas de hacerlas puños cuando se ríe con ella.

Los meseros llegan con los platos de comida y me enfoco en lo que tengo enfrente para no prestar atención a todo lo que dicen a mi lado.

—¿Rebe?— me llama el señor Lee y volteo a verlo.

—¿Sí?

—¿Me pasas la sal?— asiento y busco el salero con la mirada.

Estiro la mano al localizarlo y antes de poder tomarlo, el rascacielos lo toma con rapidez sacudiendolo sobre su plato. Sus ojos azules me miran penetrantes mientras sigue echando sal a lo tonto.

—Señor Harper es demasiada sal— hablo y todos en la mesa nos ponen atención.

—Me gusta la sal, lo salado.

—¿Podría darme el salero?— pregunto con paciencia. No quiero empezar mi día con peleas.

—Lo tomé yo primero— dice con altanería.—Espera a que lo deje de usar y después te lo doy.

—¿Desde cuándo le gusta el exceso de sal?— cuestiono al ver el salero a la mitad.

—Desde esta mañana. Me levanté y dije: tengo ganas de comer algo con mucha sal, y esto no tiene sabor.

—Ahora entiendo— me acomodo en mi lugar y tomo los cubiertos para seguir comiendo.

Hago un esfuerzo para no perder la compostura con el insoportable del rascacielos con traje.

—¿Entiendes qué?

—No le gusta lo dulce pero le encanta lo salado— digo con ironía y sonríe forzado.—¡Y también lo ácido!— me hago la sorprendida.—Recuerdo lo del pay.

—No hablemos del pay— me señala.

—Era muy bueno— intento quitarle el salero que sigue sacudiendo pero me lo impide.

—Sabía horrible.

—Claro, por eso no se lo comió, ¿No?

—Deja al pay en paz, Rebecca.

—Sólo trato de entender sus gustos— me encojo de hombros.

—No, no los entiendes— niega y se ríe.
—Sí los entendieras mejor, no estuviéramos así.

Mi Corazón Es Tuyo (#1. Bilogía Amor Eterno)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora