Capítulo 9: Una vida normal

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01 julio del 2020

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01 julio del 2020

Los constantes problemas del rancho, estaban siendo desatendidos por Gabriel, debido al tiempo que pasó alejado de sus deberes para cuidar de su esposa. Sentado en el comedor del departamento, mantenía la mirada fija en la pantalla de su laptop mientras revisaba recientes facturas y esperaba la llamada de Andrew, su administrador. Se trataba de un vaquero texano, que se encargaba de ser la mano derecha de Gabriel con lo relacionado a las tierras; sin embargo, no solo disfrutaban de una buena relación de trabajo, sino que además, Andrew también fungía como su mejor amigo, ya que este siempre estaba cuando más lo necesitaba.

Gabriel analizó uno de los correos que aparecieron en la bandeja de entrada y en el acto llevó una mano a la cabeza como quien buscaba una solución inmediata a la complejidad de sus problemas. Esos que tenían la urgencia de ser atendidos.

—¿Qué pasa? —preguntó Luisa al salir de la habitación.

—Hay problemas con uno de los cultivos y sigue sin llegar la nueva vacuna de los becerros —respondió sin desviar la mirada de la computadora—. Yo debería estár allá y no aquí. 

La castaña se mantuvo en silencio por breves segundos sin evitar sentirse culpable por los problemas del rancho. Después de todo, ese también era su patrimonio y Gabriel seguía siendo su esposo. Cualquier preocupación de su parte, debía competerle a ella también. 

—Entonces, ¿cancelarás lo de hoy? —cuestionó después de tragar saliva. 

Sin dudarlo, Gabriel estaba a punto de asentir, pero apenas levantó la mirada, se encontró con una hermosa mujer vestida de blanco de los pies a la cabeza, un ajustado vestido formal estilo sastre le realzaba el característico color canela de la piel que marcaba su delicada figura. Los complejos contratiempos que abundaban en la cabeza del hombre, fueron desvanecidos de inmediato por la imponente belleza de aquella que lo observaba de pie.

Un vuelco en el corazón le hizo sentirse vulnerable, indefenso, apenas con la fuerza necesaria  para ponerse de pie. Relamió el labio inferior y buscó las palabras apropiadas para ser entonadas en el despertar de sus sentimientos. 

—¿Por qué ese vestido? —Se atrevió a preguntar con sutileza. 

Luisa agachó la vista con la finalidad de observarse a sí misma; no entendía si lucía presentable para el evento que tenía programado. 

—Dijiste que tenía que usar algo formal para la firma de libros.

—Sí, yo dije eso; pero... ¿Por qué ese vestido? —preguntó una vez más; no obstante, ahora surgía un gesto enternecedor que no podía ocultar. 

La castaña parecía no entender, de reojo miró su reflejo por sobre la ventana y peinó su cabello con la mano.  

—¿Debo quitármelo? 

LUISADonde viven las historias. Descúbrelo ahora