Capítulo 15: Fragmentos

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30 julio del 2020

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30 julio del 2020

El sol atravesaba la ventana que enmarcaba la recámara de Luisa. El ruidoso, relinche de un caballo agitado a las afueras de la casa, provocó el estremecimiento en el estómago de la escritora, por lo que abrió los ojos con rapidez y asomó la cabeza hacia uno de los costados de la cama para consentir devolver el alcohol que su cuerpo no se permitió digerir. Suspiró largo y se sentó sobre la cama después de su destemplado despertar. Luego de unos minutos, dio un vitazo alrededor y notó dos botellas de vino sobre la mesa de noche y otra más en el piso de la habitación, su cuerpo estaba cubierto nada más por la ropa interior de encaje rosa con blanco que traía puesta. Todo parecía extraño, familiar y a la vez ajeno, puesto que no recordaba haber bebido tanto. Una punzada en la cabeza la alertó de la migraña que la acompañaría el resto del día y sin pensarlo mucho, se puso de pie para encaminarse hacia el baño con la idea de tomar una de esas largas duchas de agua caliente que sentaban bien a sus pensamientos.

En el baño encontró sus ropas, las mismas que había usado la noche anterior; sin embargo, lucían sucias, manchadas con algo de tierra y un líquido color rojo. 

«¿Qué es?» se cuestionó con el estómago todavía revuelto y el latente dolor en la cabeza. 

De inmediato, se acercó a las prendas para analizarlas más de cerca. 

—¡Sangre, es sangre! —respondió en voz alta sin recordar que alguien pudo haber escuchado tras la puerta.

Dirigió una mano a la cara y dejó caer la ropa al piso. Al instante, comenzó a inspeccionarse con las manos temblorosas y la respiración agitada, cualquier cosa que pudo suceder la noche anterior, ella tendría que esconderlo, al menos hasta recordarlo todo. Salvo la enorme cicatriz que quedó en su pierna tras el accidente, no existía algo que le hiciera suponer que las manchas de sangre provinieran de su cuerpo. Se desnudó por completo y entró a la regadera para dejar que el agua caliente limpiara su cansado y magullado cuerpo, así cada poro de su piel se abriría y las toxinas saldrían de su organismo; podía sentir a cada músculo destensarse  mientras los sentidos regresaban a la normalidad, a pesar de que las punzadas en la cabeza y el estómago revuelto amenazaban con no abandonarla.

Salió de la ducha envuelta en una toalla blanca con el cabello escurriendo, tomó uno de los enormes bolsos que tenía en el vestidor y guardó en el interior las tres botellas de vino junto con la ropa manchada de fango y sangre. Después intentaría averiguar qué fue lo pasó, pero antes debía concentrarse en lucir lúcida y sobria ante su esposo, tomando en cuenta que el hombre regresaría ese día, según Dora.

Al paso de los minutos, Luisa figuraba lista para bajar al estudio como haría con normalidad, no sin antes, pasar por la recámara de Gabriel, esta vez tenía el solo objetivo de asegurarse de que todo había quedado justo como estaba antes de que hurgara entre las cosas de su esposo. Este no debía enterarse de sus movimientos o su vida correría peligro. 

LUISAWhere stories live. Discover now