Elf.

57 52 5
                                    

Eran las siete yen punto de la tarde cuando Joan aparcó su moto y apagó el motor de esta. Suspiró mientras se quitaba el casco y yo hice lo mismo, sin apearme aún de la moto de mi amigo.

- Voy a estar bien, no te preocupes -le aseguré mientras besaba su mejilla-

- Me da mucha rabia que tengas que hacer esto.

- A mí también, pero es algo que nos combiene a los dos. Derecho procesal es una asignatura muy complicada y no me vendría nada mal algo de puntuación extra.

- Está bien... Yo iré al centro comercial con Xavi, veremos una película pero tendré el móvil encendido todo el rato, si necesitas algo...

- Te llamo, pero no necesitaré nada.

Me bajé de la moto de mi amigo y dejé que besase mi cabeza antes de colocarse de nuevo el casco. Arrancó el motor y vi cómo se alejaba de la casa de Giovanni. Al girarme, vi que mi compañero ya me esperaba en la puerta. Suspiré y caminé los pocos metros que nos separaban.

- Se te ve con ganas de estudiar -comentó él con ironía cuando ya estaba dentro de su casa, cerrando la puerta-

- No, lo único que me pasa es que llevo tres días preguntándome qué haces estudiando derecho, eres un grandísimo actor, la escenita que le montaste a la profesora Vázquez el lunes me puso los pelos de punta.

- No soy buen actor. Simplemente lucho por lo que quiero. Y cuanto más se me resiste, más lo quiero.

- No soy un objeto, Giovanni. No puedes decirme que besaste a otra chica media hora antes de besarme a mí y quedarte tan tranquilo. 

- No sabía que sentías algo por mí. De haberlo sabido, jamás habría besado a Laia.

- No digas chorradas, no puedo sentir algo por alguien que simplemente me ha robado un par de besos. Y ahora, si no te importa, comencemos a estudiar, que para eso estoy aquí.

Giovanni parecía dispuesto a contestarme, pero acabó suspirando y me llevó hasta el salón. Allí tenía su portatil y bastantes esquemas hechos a mano de derecho procesal. Dejé mi mochila en el suelo mientras observaba con sorpresa los esquemas.

- ¿Todo esto lo has hecho tú?

- ¿Quién sino?

- Es imposible, nunca te he visto coger apuntes en clase.

- En clase presto atención. Cuando llego a casa hago mis esquemas. Siempre he estudiado así, y no me ha ido nada mal.

Asentí a su explicación mientras seguía mirando esquemas, sin salir de mi asombro.

- En ese caso... No entiendo qué hago aquí. Creo que tú llevas la asignatura mejor que yo.

- No te creas. Derecho es una carrera de desarrollo en los exámenes, y yo siento que todavía cometo muchos errores al escribir en español. Eso puede perjudicar a mi nota.

- Te entiendo, en mi primer año de carrera me pasó lo mismo con el catalán... ¿Te parece entonces si nos preparamos un simulacro de examen con el contenido que hemos dado hasta ahora?

- Buena idea.

Le sonreí a Giovanni mientras sacaba mis apuntes de mi maleta y comenzamos a leerlos en voz alta. A diferencia de Giovanni, yo necesitaba escribir todo lo que el profesor explicaba en clase, e incluso pasarlo a limpio después. Después comenzamos a pensar en las que podrían ser preguntas de examen y a escribirlas en su ordenador. Dejé que fuese Giovanni el que escribiese para ver sus faltas de ortografía, y yo las corregía sobre la marcha. Su mayor problema eran las tildes, no acentuaba las palabras, y, efectivamente, eso podía influir de manera negativa en su nota. Yo le expliqué lo que eran las palabras llanas, agudas, esdrújulas y sobreesdrújulas, además de las normas de acentuación. Él tomó nota con atención y dibujó un pequeño cuadro para poder diferenciarlas con mayor facilidad.

- Esto es como estar otra vez en el colegio -dijo él, notablemente bajo de ánimos-

- No digas eso, aprender un idioma no es fácil, y menos aún uno tan complicado como el español.

- ¿Y tú, dónde aprendiste a hablar italiano?

- Mi abuelo paterno era italiano, mi padre siempre nos habló en italiano a mi hermano y a mí, además fui a la escuela de idiomas muchos años. Siempre me gustó el idioma.

Mi móvil comenzó a vibrar. Al mirar la pantalla, vi el nombre de mi amigo.

- Voy a traerte algo de beber -dijo Giovanni mientras se levantaba-

- Dime Joan -contesté mientras veía como Giovanni abandonaba la habitación- ¿Cómo que la película ya terminó? -Fruncí el ceño mientras miraba mi reloj. ¿Las diez y veinte de la noche? ¿En serio llevaba ahí cerca de tres horas y media?- Sí, claro, ven a buscarme por favor. Hasta ahora.

Finalicé la llamada, aún sorprendida por la hora que era, y comencé a guardar mis cosas en mi mochila. Entonces apareció Giovanni con dos cervezas.

- Me iré en breve, Joan vendrá por mí.

- ¿No puedes ir a ningún lado sin él?

- Qué tonterías dices, aquí hemos estado más de tres horas sin él.

- Sí, seguro que él está al borde del ataque por estar tantas horas separado de ti.

Sonreí guardando silencio y tomé el primer trago de la cerveza.

- Gracias por haber venido, Victoria. No tenía muchas esperanzas de que lo hicieses.

Ambos nos sobresaltamos al escuchar una bocina. Através de la ventana del salón pude ver a mi amigo en su moto, con las luces encendidas para que pudiese verlo a pesar de la oscuridad.

- Yo sí que cumplo mis promesas, Giovanni. Creo que te lo he demostrado en varias ocasiones. Nos vemos mañana en clase.

- Hasta mañana.

Diario de una idiotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora