Twenty.

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Sonreí al entrar a mi local favorito de sushi, hacía semanas que nolo visitaba. Mi amiga Valeria y yo compartíamos comida favorita, por eso quedábamos de vez en cuando sin Lorena y Paula y nos deleitábamos con aquel manjar. Estuvimos cerca de una hora allí, tiempo en el que le conté a mi amiga cada detalle de los cambios tan bruscos que había sufrido mi vida amorosa desde que empezó el curso. Ella alucinaba, y me recomendó que, cuando terminase la carrera, escribiese una novela con mis líos amorosos. Cuando terminamos de comer, nos despedimos y cada una se fue en una dirección distinta. Eran cerca de las tres cuando llegué al piso. Xavi y Joan estaban tan concentrados en su partida de la play que ni siquiera se dieron cuenta de que estaba allí. Sonreí y dejé mi mochila en mi habitación. Cogí algo de ropa limpia y me metí en el baño para ducharme. Estuve allí cerca de veinte minutos, en los que sólo se escuchaban los sonidos que emitía el videojuego. Al salir, la partida ya había finalizado y se estaban tomando una cerveza.

- ¿Cuándo llegaste? -Me preguntó Joan, que parecía realmente sorprendido por no haberme visto antes-

- Hace media hora, pero estabáis en vuestro mundo.

- ¿Qué tal el sushi? -Me preguntó Xavi-

Joan y yo nos miramos y sonreímos. Quería preguntar por Valeria y no quería hacerlo directamente. Aquella etapa de la relación me parecía de los más adorable, pero quería reírme un rato de él.

- El sushi exquisito, y Valeria encantada con él.

El amigo de mi compañero se sonrojó y le dio un trago a su cerveza. Yo me uní a ellos, tomándome otra cerveza, y estuvimos cerca de dos horas bebiendo y riendo los tres juntos. Quedamos en salir el viernes por la noche, y yo le prometí a Xavi que haría todo lo posible por convencer a Valeria para que viniese con nosotros, aunque, conociendo a mi amiga, sólo sería necesario decirle que él también iría a la fiesta. Cuando Xavi se fue, me encerré en mi habitación para pasar los apuntes de ese día a limpio, y, cuando terminé, ya era hora de cenar.

- Hoy cocino yo -aseguró Joan mientras miraba la nevera-

- Hoy cocinas tú y mañana vamos a comprar, que la nevera está prácticamente vacía.

Mientras él cocinaba algo de pasta, yo le conté cómo me había ido el día en clase, y la cara de sorpresa que puso Valeria cuando, por fin, pude contarle todo el lío amoroso que llevaba arrastrando desde el mes pasado. Él parecía algo serio mientras escuchaba esta parte de la historia, así que preferí cambiar de tema y le pregunté si me llevaría al día siguiente a clase, recibí una respuesta afirmativa de inmediato.  Unos minutos después, cenamos nuestros platos de pasta mientras veíamos Master Chef.

- Cada vez cocinas mejor, a ver qué excusa te inventas después para no cocinar.

- Ya se me ocurrirá algo -aseguró él con media sonrisa-

Estuvimos hasta cerca de las doce de la noche viendo la tele y hablando. Recuerdo quedarme dormida en el sofá, pero, al día siguiente, cuando mi despertador sonó a las ocho de la mañana, estaba en mi cama. Me preguntaba cómo lo haría Joan para transportarme del sofá a mi cama sin que me despertase. Me levanté de esta mientras bostezaba y asomé la cabeza a la habitación de Joan, que dormía plácidamente. Me preparé para ir a clase y, aunque el día anterior me había dicho que me llevaría cuando se lo pregunté, yo sabía que él adoraba dormir hasta tarde y que ese día sólo tenía una clase por la tarde. Eran las nueve cuando salí de casa, y mi primera clase empezaba en media hora, así que debía tener tiempo de sobra. Me puse mis auriculares, le di al aleatorio de Spotify, que me regaló la canción "Berlín", de Aitana, y comencé a andar rumbo a la facultad.

Dicen que, amor de lejos felices los cuatro

Si estás con alguien, pienso a cada rato

Y no son celos, ponte en mis zapatos

Como nos damos besos por un iPhone

Llevaba unos minutos caminando cuando tuve que pararme en un semáforo. Esperaba pacientemente a que el semáforo cambiase de rojo a verde para los peatones cuando sentí que alguien se situaba a mis espaldas. Demasiado cerca para tratarse de alguien que, igual que yo, espera a que el semaforo cambiase. Me giré mientras me quitaba los auriculares y rodé los ojos al ver a Giovanni.

- ¿Nunca te han dicho que eres demasiado sigiloso?

- No, es la primera vez que escucho esa palabra... Sigiloso... -Repitió él, como si le hiciese gracia cómo sonaba aquel adjetivo-

- Sí, sigiloso. Significa que no haces ruido cuando llegas a un lugar. Tengo que ponerte un cascabel, como a los gatos, antes de que me mates de un infarto.

- No te preocupes, sé de primeros auxilios.

- Sí, de eso no me cabe duda, tu profesora Laia debió enseñarte muy bien.

- Por esa regla de tres tú deberías conducir motos mejor que los pilotos, con las horas que pasas ahí subida.

Ignoré su comentario porque sabía que tenía razón, pero obviamente no iba a reconocerlo. Agradecí que el semáforo cambiase de color y crucé el paso de peatones, sintiendo los pasos de Giovanni a mi lado.

- Por cierto, ¿dónde dejaste a tu novio? ¿No me digas que te pensaste mi propuesta?

- Ni de coña. Joan está durmiendo en casa, los martes sólo tiene clases por la tarde.

- Así que los martes pueden ser nuestros días. Eso suena genial.

- No, porque ya te he dicho en todos los idiomas del mundo que no quiero verte ni en pintura. Así que da igual si Joan me lleva a clase o no. Eso no va a afectar en nada a nuestra relación prácticamente inexistente.

- El viernes estabas guapísima.

Le miré mal, por haber ignorado todo lo que acababa de decirle y suspiré frustrada, agradeciendo que estuviésemos solo a un par de calles de la facultad.

- ¿No piensas decir nada?

- Sí, los piropos guárdalos para Laia, yo no los necesito.

- Te he dicho un montón de veces que ella no...

- Sí, que no te interesa. La última vez que me lo dijiste que besaste con ella ese mismo día.

- ¿Tanto te molesta que esté con otras cuando tú también lo estás? Si es así dímelo y me convierto en cura.

- ¿Sabes qué? Si sintieses lo más mínimo por mí, no tendrías hueco en la cabeza para nadie más. Yo estoy todo el día pensando en ti, no sé cómo puedes estar ahí tan tranquilo, sin estar mareado ni nada, después de todas las vueltas que has dado en mi cabeza.

- Eso es lo único que necesitaba saber. No te preocupes, no volveré a acercarme a Laia ni a nadie más que no seas tú, pero espero lo mismo de tu parte.

- Yo no te he pedido eso...

- Sé leer entre líneas. Sé que seré un buen abogado.

Sonrió y besó mis labios antes de seguir caminando, dejándome allí, sin entender lo que acababa de pasar.

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⏰ Última actualización: Jun 07, 2022 ⏰

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