Sixteen.

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Y ahora entiendo cuál es mi papel, oh oh
Nos queremos cuando nadie ve
Las balas perdidas de este amor
Prefiero no verlas en mi piel

Me sentía tan identificada con aquella estrofa de "cuando nadie ve" que dolía. Quemaba cada trozo del corazón roto que tenía en ese momento. Miré mi reflejo en el espejo del baño mientras terminaba de cepillarme los dientes. Había pasado una noche horrible, no se la deseo ni a mi peor enemigo. Ni siquiera al causante de todo aquello que sentía en ese momento.

- Enana, vamos o llegarás tarde.

Pausé la canción de Morat que escuchaba desde mi móvil, enjuagué un par de veces mi boca con algo de agua y abandoné el baño. Cogí mi mochila y mi casco y abandoné el piso en compañía de Joan.

- Joan, ¿te importa acompañarme hasta el aula...? No quiero quedarme a solas con él.

- Estaré allí hasta que tu profesor me eche.

Sonreí y besé su mejilla antes de subirme a su Ducatti. En sólo cinco minutos estábamos en la facultad. El cielo estaba lleno de nubes negras que anunciaban que llovería en cualquier momento.

- Ten cuidado con la moto, parece que va a llover -le pedí a mi amigo mientras entrábamos juntos al aula. Él me acompañó hasta un sitio que normalmente estaba vacío y vi como daba una ojeada rápida al aula-

- No creo que haya llegado, siempre viene tarde.

- ¿Quieres que hable con Valeria para que te acompañe?

 - Por favor...

Mi amigo se acercó al asiento de mi amiga, que ya había sacado todos sus apuntes. Tras un breve intercambio de palabras, ella asintió y se levantó, recogiendo sus cosas con ayuda de Joan. En lo que ellos recogían, alguien ocupó el lugar que estaba reservando para mi amiga. Lo fulminé con la mirada, y casi me creo esos ojos que me miraban con confusión, como si no entendiese nada, como si no hubiese roto un plato en su vida. Iba a pedirle que se marchara de allí cuando escuché la voz de Joan.

- ¿Yo a ti qué te dije ayer por teléfono? Cuando te digo que no te acerques a ella es porque no debes acercarte a ella.

- Y yo te contesté que eso debe decidirlo ella.

- Vete de aquí, Giovanni. No quiero volver a tenerte cerca. Ni en clase, ni como compañero de estudios, ni de ninguna manera.

Él volvió a mirarme con confusión, pero finalmente se levantó en silencio y se sentó un par de asientos atrás del mío.

- Gracias -le susurré a Joan, luchando por no echarme a llorar-

- No hice nada, lo echaste tú -mi amigo me sonrió y besó mis labios mientras Valeria colocaba sus cosas en el asiento contoguo al mío- Tengo que irme porque tu profesor ya está aquí, pero te recojo a la salida, ¿vale?

Yo simplemente asentí y vi cómo subía las escaleras para abandonar el aula. Valeria me miraba con cara de no entender nada y yo esbocé una leve sonrisa.

- Otro día te invito a comer sushi, tengo que ponerte al día.

- Cuenta con ello.

Tendríamos dos horas y media de clase de derecho parlamentario, y por la tarde de tres a cinco teníamos derecho procesal. Odiaba el horario de los viernes. Intenté centrarme lo máximo posible en las clases, pero no conseguía sacarme ese sentimiento de rabia que sentía por todo lo que había pasado. Por más vueltas que le daba al asunto, no conseguía comprender porqué había decidido jugar de esa manera conmigo.

- Vicky, ¿nos vamos?

Valeria me miraba, con su mochila ya en la espalda. Yo asentí y recogí todo con rapidez. Al darme la vuelta vi que Giovanni seguía sentado en su asiento. Laia estaba a su lado, intentando decirle algo en italiano, pero su intento era en vano. Puse los ojos en blanco mientras abandonaba el aula y después la facultad. Me despedí de Valeria, después de quedar el lunes para comer juntas, y me acerqué a la moto de Joan.

Diario de una idiotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora