Eighteen.

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- Si me disculpas -le sonreí irónicamente mientras retomaba mi paso, dispuesta a encontrarme de nuevo con Joan en la barra-

- No, no te disculpo porque no te entiendo. ¿Cómo cambió tanto tu actitud en cuestión de horas?

- Porque se me cayó la venda de los ojos.

- ¿Se puede saber de qué hablas?

- Venga ya, Giovanni, no me tomes por tonta, ya sé que el otro día, después de estar toda la mañana conmigo y decirme que yo te gustaba de verdad y Laia no, te besaste con ella en una cafetería.

- Me besé con ella porque vi cómo te marchabas con tu novio en la moto.

- Claro que sí, muy normal todo. Deja de culparme a mí de todo lo que haces mal, Giovanni. Eres libre y puedes estar con quien tú quieras, pero si vas a estar con otra persona déjame a mí en paz, por favor.

- Victoria, ¿no entiendes que prefiero morir soltero a estar con Laia?

- Quien parece no entenderlo eres tú.

- Lo que no entiendo es que vengas a reclamarme cuando tú estás haciendo algo peor que yo. Victoria, mírame -me ordenó, pero, al ver que no le obedecía, sujetó con suavidad mi mentón hasta hacer que nuestros ojos conectasen. No sabía si era el alcohol o los sentimientos que él despertaba en mí, pero hizo que mi piel se erizase con aquel simple gesto- Reconoce que sientes algo por mí y te juro que no volveré a fallarte ni a decepcionarte.

Justo en ese momento apareció Xavi, que salía de los baños de hombre.

- Vicky, creo que Joan te estaba buscando, ¿vamos?

Asentí mientras le daba la espalda a Giovanni, que parecía realmente frustrado por no haber recibido una respuesta. Tardamos unos minutos en llegar a la barra, y, una vez allí, vi a Joan con una chica rubia. Ambos reían mientras conversaban animadamente. Sentí un cosquilleo extraño que no era capaz de identificar.  Xavi pareció darse cuenta de lo mismo que yo y no tardó en excusar a su amigo.

- Es la novia de un compañero de clase, no hay nada entre ellos.

- No soy su madre, Xavi. Oye, me voy para casa, ¿vale? Si Joan te pregunta no le digas que volví a casa, por favor, quiero que disfrute de la noche. Y cuida de Valeria.

- Vicky...

- No te preocupes. Nos vemos.

Le sonreí antes de perderme otra vez entre toda aquella gente. No sabía porqué, pero no quería ver aquello. Parecía que no estaba lista para ver a mi mejor amigo con novia, con ligue o con lo que fuese aquella rubia para él. Suspiré con alivio cuando conseguí salir del local y saqué mi móvil, dispuesta a llamar a un taxi.

- ¿Dónde te crees que vas?

Me giré al escuchar la voz de mi amigo y negué con la cabeza.

- Le dije a Xavi que no te dijera nada.

- No hizo falta. Vi como te marchabas. ¿Te encuentras mal?

- No, sólo estoy cansada, vuelve y nos vemos mañana, ¿vale?

- De ninguna manera.

- Joan...

- Vinimos juntos y nos iremos juntos, Vicky, me da igual lo demás.

Suspiré y me resigné a la idea de que la noche no había acabado aún para nosotros.

- Está bien, vamos, aguantaré un rato más.

- Si estás cansada...

- Tengo 20 años, Joan, ya tendré tiempo de pasar noches de fines de semana en mi casa cuando envejezca.

Diario de una idiotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora