Nineteen.

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Finalicé de inmediato aquella llamada. Él insistió un par de veces más en los siguientes minutos, pero después se rindió. Yo me senté en el sofá y me paré a pensar en lo que me acababa de decir Giovanni. Justo entonces, Joan apareció, esta vez con algo de ropa, y se sentó a mi lado.

- ¿Con quién hablabas?

- Con Giovanni. -Había decidido que ya no le intentaría ocultar nada. Aquello sólo provocaría discuciones-

- Tu amigo es un poco pesado, ¿no?

- Me dijo que si yo rompo contigo él deja de verse con Laia.

- ¿Y tú te vas a ir con alguien que te engañó incluso antes de empezar la relación?

- No, Joan, pero entiende que tampoco puedo enfadarme porque no estábamos saliendo, tú mismo lo has dicho. Además, nosotros ni siquiera estamos saliendo, todo esto lo provoqué para darle celos. Es un trato que puede llegar a interesarme.

- ¿Y eso qué más da, Vicky? Cuando alguien siente por otra persona no se pone a besarse con otras, ¿sabes?

Guardé silencio y asentí a las palabras de mi amigo, no le faltaba razón. Él estuvo un tiempo en silencio también, tenía la sensación de que aquel tema le afectaba demasiado, aunque me había visto varias veces llorar por Giovanni y entendía su postura. Joan siempre había tenido un sentimiento de sobreprotección hacia mí, era como el hermano mayor que nunca había tenido.

- Duele tanto, Joan... -Acabé diciendo yo para romper el silencio- Nunca había sentido una conexión así, ¿sabes? Sólo con dirigirle la palabra ya sabía que iba a ser alguien en mi vida. Y lo aposté todo por él, y le di una segunda oportunidad, y la volvió a cagar, me volvió a pisotear. No entiendo cómo pude ser tan idiota.

- Vicky, no me encuentro bien, hablamos después, ¿sí?

Vi como se levantaba del sofá, sin dejarme la oportunidad de contestarle siquiera, y escuché como cerraba la puerta de su habitación con llave. Suspiré, sin entender muy bien qué acababa de pasar, y me fui a mi habitación, donde comencé a estudiar.

Eran cerca de las cinco de la tarde cuando hice una pequeña pausa para comer algo. Abrí la nevera y cogí un yogurt y unas galletas del mueble. Y, justo cuando estaba a punto sentarme a comer, sonó el timbre. Fruncí el ceño, Joan no podía ser porque no había salido. Y yo no esperaba visita. Mi compañero salió de su habitación, sin dirigirme la palabra, y abrió la puerta de la entrada. Era Xavi, que por el contrario sí me saludó antes de encerrarse en el cuarto de mi compañero de piso. Seguía sin entender la actitud de Joan. Era la primera vez en tres años que actuaba así. Intenté comer rápido para volver a estudiar, pero mi nivel de concentración era mucho menor que al inicio de la sección de estudios. Suspiré y decidí echarme en la cama y mirar un rato las fotos de anoche. Sonreí al ver que en todas aparecía con una sonrisa de oreja a oreja, como si en mi vida no existiese problema alguno. Treinta minutos después de la llegada de Xavi, escuché como la puerta de la habitación de Joan se abría. Intercambió un par de frases con su amigo y después fue la puerta de la entrada la que se abrió, para volver a cerrarse de inmediato. Segundos después, escuché unos pasos acercándose a mi habitación. Al mirar hacia la puerta, vi a mi amigo en el marco de la puerta.

- ¿Puedo entrar?

- ¿Ahora sí quieres hablar conmigo?

- Vicky, no seas tan dura conmigo, por favor...

Me incorporé para mirarlo a los ojos. No supe identificar si desprendían tristeza o arrepentimiento, pero me sentí fatal al verle así. Suspiré y asentí a su pregunta. Él se acostó a mi lado y los dos miramos el techo en silencio durante un rato.

- Me da mucha rabia ver como sigues nadando contracorriente para poder estar con ese tío que ya te ha mentido varias veces. El mar está lleno de peces y tú sólo tienes 20 años, ¿sabes?

- Joan, te prometo que hago todo lo que puedo por mantenerme alejada de él. Pero siempre hay algo que lo impide.

- Yo te llevo a clase, te voy a recoger, finjo ser un novio celoso para que te deje en paz... No puedo hacer más por ti. Creo que a ti también te toca hacer hasta lo imposible para apartarlo de tu vida.

- No sé qué más hacer, Joan. Lo ignoro, huyo cuando se acerca a mí, lo tengo bloqueado de todos lados, dejé de ser su compañera de estudios... De verdad, se me acaban las ideas.

- Está bien, ven aquí, anda.

Apoyé mi cabeza en el pecho de mi amigo y suspiré. Me había prometido a mí misma que no volvería a llorar por Giovanni, pero ahí estaba de nuevo, con los ojos llenos de lágrimas. Mi amigo acarició con suavidad mi pelo, gesto que hizo que poco a poco me tranquilizase y, casi sin poder evitarlo, me quedé dormida.



Joan aparcó su moto en la entrada de la facultad, ya era prácticamente parte de su rutina. Era lunes y él también tenía clases por la mañana.

- ¿A qué hora vengo a por ti? -Me preguntó mientras se quitaba el casco para mirarme-

- Hoy como  fuera con Valeria, nos vemos en casa, ¿vale?

- Pasadlo bien, y comed mucho sushi.

Sonreí al sentir cómo acariciaba mi mejilla antes de besarla y vi cómo se ponía de nuevo el casco antes de marcharse a su facultad. Yo esperé unos minutos por Valeria que, para mi sorpresa, también llegó en moto. Concretamente en la honda de Xavi. Los saludé de lejos y él me devolvió el saludo antes de salir en la misma dirección que había cogido Joan minutos antes, con algo más de prisa.

- Vaya sorpresa, con chófer personal y todo -le dije a mi amiga mientras le daba un leve codazo en su costilla, en plan jocoso-

- Siempre te dije que de mayor quería ser como tú.

- Estoy segura de que, en este caso, la alumna superará a la maestra.

Echamos a reír mientras entrábamos al aula y, aunque quería preguntarle mil cosas a mi amiga, la profesora entró tras nosotras. Me resigné a la idea de tener que esperar dos horas para enterarme del chisme y me senté en el que era mi nuevo sitio mientras abría mi maleta para sacar mi material.

Diario de una idiotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora