Capítulo XXI

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Debía suponer que las cosas saldrían mal, en vista de que todo era demasiado bueno para ser verdad. Wang Yibo se reprendió una y otra vez al ser tan idiota, y dejarse llevar por todas aquellas emociones. ¿Que realmente alguien lo iba a amar? ¿Que en verdad tendría una nueva oportunidad en el amor?

Ridículo. Suministró su mente.

Lan Wangji, un hombre demasiado perfecto dejando en claro la razón por la cual es un personaje ficticio. ¿Enamorándose de alguien como Wang Yibo? Un chico a quien rechazaron por no ser lo suficientemente bueno o maduro para poder conquistar a su amado. El idiota que confundió la simpatía y amabilidad con amor viniendo de su ex compañero.

El mismo idiota que se dejó envolver en esta nube de ensueño, cayendo de golpe a la realidad en la cual todo tiene que volver a como era antes.

—¿Cómo fui tan imbécil? —se reprendió, en un intento de contener las lágrimas. Pero ya era tarde, y su rostro se encontraba completamente humedecido por estas mismas.

¿Y ahora? ¿Qué se supone que iba a hacer? Lan Zhan ya se enteró de la verdad, y de seguro la desilusión y traición en el hermoso hombre haría odiarlo. ¿Cómo podría sobrevivir al odio de él? Del hombre que le dio abrió las puertas a un nuevo amor, el que selló las heridas de su corazón, quien trajo luz a su existencia, el que lo trajo de nuevo a la vida.

Wang Yibo podría sobrevivir al odio del mundo entero, sin embargo, no al de Lan Zhan; no podría soportarlo. Mirar su desagrado sabiendo que no es el chico brillante del que se enamoró, sino que alguien más que intentó ocupar su lugar. ¿Cómo se supone que sobrevivirá a esto?

—¡...Ying...! ¡Wei Ying! —un agarre de acero se cerró en su muñeca, deteniéndolo de golpe. Sin mirarlo, Wang Yibo sabía quién era por supuesto.

—Suéltame Lan Zhan.... no hagas esto más difícil de lo que ya es...—se sentía tan patético llorando frente al amor de su vida. Pero era imposible mantener su orgullo en estas circunstancias. Toda su historia de amor desmoronándose con una única confesión.

—No lo haré —Lan Wangji sonaba decidido.

Sin embargo, Wang Yibo se rehusó. —Por favor...solo déjame. Entenderé si me detestas, si te sientes traicionado y ya no quieres verme. Pero lo único que te pido es que no me hagas verte odiándome. —agitó su cabeza hablando con su voz temblorosa— no podría soportarlo. Dame esa única misericordia incluso si no lo merezco...

El semblante del otro hombre se suavizó, de manera que el aura fría que los estaba rodeando se tornó cálida. —Jamás podría odiarte.

Y claramente, Wang Yibo no se esperaba tal audaz respuesta. Él alzó la mirada, encontrándose con el par de hermosos orbes dorados que lo observaban con tanto amor; y las esperanzas que volaron de su ser por el miedo, estaban regresando aunque fuera un granito de ellas. —...¿Qué?

Lan Wangji movió una de sus manos para acariciar la mejilla del hombre más joven, sin romper el contacto visual. —No odio a Wei Ying.

Wang Yibo estaba desconcertado. —Pero...no soy quien tú crees que soy.

Un resoplido salió del prístino y refinado Segundo Maestro del Clan GusuLan. Uno que podría catalogarse como una risa suave llena de diversión. Incluso, Wang Yibo se dio cuenta con aturdimiento, había vestigios de una pequeña sonrisa tirando de cada esquina en los labios de Lan Wangji dejándolo sin aliento. Una bella y nunca antes vista sonrisa viniendo del hombre más hermoso de Gusu. ¡Un arma letal!

Injusto. Pensó atontado. Injusto que, hasta las sonrisas del desgraciado sean tan perfectas y moja calzones.

Lan Wangji declaró, dándole aquellas de esas miradas llenas de adoración con las cuales sabe que Wang Yibo no puede. —Lo sé —dijo, proporcionándole suaves caricias en la mejilla— siempre supe que algo había cambiado en ti.

Tᴏᴅᴏ ᴘᴏʀ ᴜɴ sɪᴍᴘʟᴇ ᴅᴇsᴇᴏ (Transmigración) [EN PAUSA]Where stories live. Discover now