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¿Demonios? ¿Por qué había demonios en mi casa? ¿Cómo habían entrado? ¿Y por qué sabían mi nombre?

Aprovecharon esos instantes de confusión, dos zarpas me atacaron desgarrando con sus garras monstruosas y fantasmales, parte de mi suéter en la zona del abdomen y parte del hombro. El escozor propio de un corte, fue registrado por mi sistema nervioso tan levemente que no me importó pero bastó para traerme a la batalla. Recuperé el equilibrio después de rodar sobre mí espalda y no me permití por nada del mundo soltar la vara de Félix. Parecía ser lo único que les hacía daño. Los atraje lejos de los cristales esparcidos por el suelo y me apuntalé detrás de uno de los sofás largos.

Se separaron. Primera norma de combate en inferioridad numérica, separa a tus enemigos.

De esta manera corrí a enfrentarme a uno pero la verdad es que eran demasiado rápidos y se movían en direcciones que no esperaba. ¿Quién iba a plantearse la posibilidad de que el monstruo saltara y se quedara de pie en el techo, colgando mientras me miraba retorciendo su cabeza?

Traté de golpear su cabeza en un segundo intento y la vara desprendió su sonido de campanas. El demonio en el techo se tapó los oídos irritado y gritó más fuerte. Entonces otro cuerpo me aplacó desde la derecha y quedé atrapada boca abajo con la espantosa visión de la vara rodando por el suelo, lejos de mí.

Mierda, mierda.  

—"Huele bien" —comentó el que me tenía contra el suelo acercándose a mi cuello.

—¿Qué queréis? —pregunté.

El tercero se hizo menos agresivo, más larguirucho y flaco y se arrodilló delante de mí. El otro se soltó del techo y cayó a su lado.

—"Te hemos buscado por mucho tiempo. No entendemos por qué te escondías"

Su voz sonaba extraña pero no era del todo desagradable.

—"Ahora vendrás con nosotros" —dijo el otro riendo estridentemente. 

—¿¡Por qué demonios querría irme con ustedes!? —grité forcejeando pero solo conseguí que el que me retenía, clavara más las garras en la piel de mis hombros y lo que creía que sería una rodilla, en la espalda.

"Oh, preciosa. Nuestro Rey te espera"

—"No debemos hacerlo esperar"

—"¡Qué ansioso debe estar!" —dijeron los otros dos riendo.

—¿Qué? —suspiré sintiendo qué la sangre se me iba del rostro.

¿Los demonios tenían un Rey? ¿Tenían una jerarquía? 

Sus dedos fantasmales rozaron mi mejilla casi con afecto y adoración. ¿Acaso esas criaturas podían sentir eso?

—"Eres suya. Llevas su marca"

—¿Qué marca? ¿Cuándo pasó esto? 

No sabía cómo era capaz de pensar. 

"Tu piel tiene su marca" —dijo señalando mi hombro desnudo y el dibujo con tinta negra de lo que a mí siempre me pareció un sol—. "Es inequívoco"

¿Eso? Ese monstruo me había hecho algo más que marcarme la piel con tinta de ácido. No, no. No permitiría que mi vida estuviera de nuevo en manos de otro. Me daba igual quien fuera, no pensaba irme a ninguna parte.

Ya había tenido suficiente autocompasión. Apreté los puños y arañé las losas del piso. No sabía cómo, pero tenía que hacer algo.

Oí un grito de dolor y luego el cuerpo de Félix golpeó la pared de enfrente. Sus ojos refulgían furiosos y la sangre corría por su rostro. 

Sentí arder mis marcas y las ignoré, ¿Qué hacía yo tirada en el suelo a merced de algo más mientras mi familia luchaba sola? Así que cuando el escozor se convirtió en dolor, lo acepté como un reto y decidí que si tenía que irme con ellos, dejar que me llevaran a algún sitio, los mataría. Y sería más sanguinaria que ninguno de ellos. Había visto el trabajo que hacían con sus víctimas y sus familias, tenía buen material para una masacre.

El dolor quemó como el hielo en mi piel y se centró en mi pecho. Entonces respiré, me calmé, dejé de forcejear sin sentido, segura de que nada ni nadie me tocaría.

La criatura en mi espalda desapareció en un estallido de polvo negro que no vi pero sabía exactamente lo que había hecho. Porque eso lo había hecho yo.

Los demonios restantes trastabillaron cuando trataron de alejarse de mí.

—"Qué hermosa"

—"Qué digna"

Me levanté despacio y di un paso hacia adelante. Ellos se quedaron en su sitio casi hipnotizados o en shock. No me importaba, no cuando los miré mejor. Acaricié a la primera sombra en lo que creí que era la mejilla, tal y como él había hecho conmigo. La oscuridad de su ser era atrayente y envolvente, era agradable de ver y sorprendentemente, su tacto como el terciopelo me invitaba a cuidar de esa hermosa y terrorífica criatura. Incluso sus ojos rojos como carbón incandescente, eran hermosos. Dentro podía ver a muchísimas personas alzando sus manos, bailando entre las llamas y quise unirme al interior de esta criatura lastimera y horrorosa. 

Pero...

Bajé la mano a su garganta y apreté.

Nadie juega con mi familia, ni entra en mi casa y mucho menos me amenaza con volver a secuestrarme.

—Podéis decirle a vuestro Rey que no tengo dueño ni pienso tenerlo nunca —dije con voz calmada, como si le susurrara a un amigo.

Mi cabello se elevaba sutilmente con un aire que no había.

"Pero, mi Señora, sois su prometid-" 

Félix lo interrumpió en esa última palabra cuando los decapitó a los dos con un rápido y mortífero movimiento de su vara que volvía a estar en sus seguras manos.

El polvo negro se esparció por el suelo y se derramó entre mis dedos como agua entre las grietas. Me quedé mirando el espacio que había dejado el demonio desconcertada. La piel aún me ardía y un ligero pitido en los oídos era lo único que escuchaba. 

Félix me estaba hablando, tenía rasguños en la cara y los brazos, el sudor le perlaba la frente y un corte en la ceja sangrante. Su uniforme de paladín lo había protegido mejor que mi simple suéter de punto pero jadeaba por el esfuerzo, al fin y al cabo, había acabado con todos esos demonios pequeños, desarmado. Sentí la humedad empapando mi pantalón por el arañazo en el abdomen, pero no me dolía nada. 

No... no sabía qué estaba pasando ni dónde estaba.

Vi ajetreo en la periferia de mi visión, gente entrando a la habitación. Algo hacían. Félix me colocó una mano en la espalda e insistió para que me sentara en el sofá.

El rostro de Changbin apareció delante de mí, arrodillado, con expresión preocupada. Me decía algo, pero no lo escuchaba. Mi mente no paraba de buscarle otro significado a lo que acababa de escuchar. 

<<Sois su prometida>>

Entonces mi visión se volvió negra y caí en los brazos de mi hermano. 

No sé lo que pasó después. 

--🦇--

Holaa ☺️👋🏼👋🏼

Aquí os dejo la continuación. Espero que os haya gustado.

A mí me encanta esta parte jaja! 😎

Un bezito🐍💕

Dux Et General [2] حيث تعيش القصص. اكتشف الآن