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Los labios de Chan eran cálidos sobre los míos, su mano debajo de la mía inclinaba mi barbilla hacia arriba dándonos un mejor ángulo para que los labios se acoplaran mejor. Las cosquillas en mi vientre se detuvieron para reanudar más intensos sus pinchazos y quise acariciarlo también. 

Su cabello era fresco a pesar de la calidez de su piel. Pronto él trató de despegarse de mi rostro pero yo no quería. Nuestros labios estaban solo apoyados en los del otro pero aquella cercanía era casi dolorosa, si se alejaba no sabía cuán doloroso podía ser. 

Su otra mano detuvo la mía cuando tironeé de su cabello.

—Abre los labios —susurró para mí antes de volver a besarme.

No sabía en qué momento me había subido en su regazo y tenía las rodillas sobre la alfombra, sus muslos debajo de los míos. Una mano en mi cintura, la otra me hacía inclinar el rostro con él.

Yo no sabía bien lo que hacía pero había visto suficientes películas y leído buenos libros como para saber la teoría. Cuando separé un poco los labios, él los besó. Un jadeo escapó de lo más hondo de mí y volvió a repetir el beso. Yo besé los suyos siguiendo su ejemplo. Los colmillos pincharon en mi encía. 

¿Esto era estar excitada? 

Su lengua acarició el labio inferior y gemí concentrada sólo en el aquí y ahora. Sentí su pulso acelerado debajo de mis manos en el cuello. ¿Puede ser que él también estuviera excitado? Chan siempre parecía tan controlado que no estaba segura. Y colocada como estaba no sentía la evidencia de su exitación. 

Arañé su lengua con los colmillos pero no pareció sentirlo. Yo sí, las puntas de mis colmillos eran demasiado sensibles.

Después de la intensidad de los besos, los dos jadeábamos y estaba de más decir que ninguno de los dos quería separarse del otro.

Junté mi frente con la suya y él cerró los ojos. Sus dos manos ahora estaban en mi cintura. No las bajó a mi cadera ni a mi trasero, no tocó de más... Yo quería sentirlo más. 

—Perdóname por no haberte encontrado antes —Me sorprendió diciendo.

—No quiero pensar en eso. 

Asintió y nos abrazamos sintiendo que la pasión todavía persistía.

—¿Qué podrías haber hecho? Nadie tiene la culpa, Chan.

Silencio. 

—Lanzó un hechizo que nos hizo pensar que estabas en otro lugar... Ni siquiera me di cuenta de que no estabas.

Dejé un beso sobre la piel sensible de su cuello que lo hizo estremecerse. 

—Tienes el mismo defecto que muchos hombres buenos. No puedes arreglar todo lo que no está en tu mano. Hay gente poderosa que no querrá que triunfe otro por encima de él mismo. Y hacen cosas malas para conseguirlo. No sé por qué me secuestró a mí ni por qué me hizo todo eso... Pero no te culpo, Chan. No deberías hacerlo tú.

—Me preocupa que no puedo verte. Sigues sin salir en mis visiones, no sé qué futuro tienes. Hago lo que puedo por no pensarlo demasiado, pero no sé si puedo ayudarte.

—Pues no lo pienses. Yo no veo el futuro y la incertidumbre no es algo nuevo. A lo mejor sí que hay algo que puedas aprender de mí.

Su risa fue hermosa antes de dejar un beso sobre mi cuello. Apreté los dientes antes de volver a jadear.

—Estoy deseando que me enseñes.

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 El algún momento después de eso nos fuimos a dormir. Chan no se fue a su habitación y nos pareció apropiado usar los cojines como almohadas y la cama como apoyapies, de tal manera que estábamos acostados en el suelo de una manera extraña pero cómoda. 

Dux Et General [2] Where stories live. Discover now