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JeongIn se fue al poco de aquello sin decir exactamente lo que lo tenía tan ocupado. No quería pensar tampoco a dónde iría, ni si se reuniría con un vampiro. La verdad es que esos dos podían hacer lo que quisieran.

Seguí el sendero de luces del bosque sin encontrarme con nadie a estas horas. Dejé la mente en blanco durante todo el rato en el que mis pies se hundían en la tierra. Ya era tarde para los brujos, así que como mucho oía susurro y risas infantiles entre las flores y arbustos sabiendo que eran seres parecidos a Lila.

Me detuve sobre una roca desde la que se veía el desfiladero hacia el barranco que hacía de muralla natural para el aquelarre, la pared de piedra era impresionante. Desde allí se podía ver el edificio principal, aún conservaba la belleza de siempre y no estaba demasiado lejos. A lo lejos las luces de la ciudad titilaban. Extrañaba el bullicio de las calles y las patrullas con Jisung, Minho y Hyunjin. 

Aún no podía volver.

Dejé que el viento frío cortara mi piel mientras me sentaba. Observé la venda en mi mano, las marcas bronce que se apreciaban en los nudillos aún con la poca luz que había. Las acaricié distraidamente. 

La experiencia de esta noche, ver toda esta magia, sentirla... No era para nada como recordaba que era. Y mirando hacia atrás casi me sentía orgullosa de haber logrado lo que hice hoy. El haber salido a caminar con un brujo, dejar que otro usara magia en mí... 

Me congelé al pensarlo. 

De nuevo el estómago me dio un vuelco y sentí la bilis arder en mi estómago. Apreté las manos contra los labios tratando de respirar hondo, de que el aire entrara a mis pulmones. No... No entraba. Me ahogaba. Me oí a mí misma gemir dolorosamente en busca de oxígeno. 

Pero en verdad sí respiraba, lo que ocurría era que sentía que de repente todo era demasiado intenso.

Me recordé a mí misma permitiendo que Seungmin siguiera colocando esa agua mágica gelatinosa sobre mi mano, el efecto relajante que tuvo, lo segura que me sentí en esa cabaña, la experiencia rara de después con la rama rota en el bosque.

Era demasiado.

—¡Para! —me autoexigí nada convincente—. Para ya... Por favor.

¿Pero en qué me estaba convirtiendo? ¿Qué es exactamente lo que espero hacer ahora?

Estaba lejos de mi familia y mis amigos, en un lugar que parecía acogerme de buenas formas sin esperar nada a cambio. Sentía que le estaba jodiendo la vida a mucha gente.

<<Sois su prometid->>

Tragué la cena que había subido por mi garganta con toda la intención de salir de nuevo.

El Rastreador también me había llamado su Reina. Entonces, ¿qué era? ¿La prometida del Rey de los demonios o ya me había casado? El simple hecho parecía un mal chiste. Oí mi risa enloquecida. Todo esto me iba a volver loca. No tenía la menor idea de lo que Él había hecho conmigo en esas semanas de cautiverio. No sabía lo que significaba que esas cosas me hablaran, que vinieran a buscarme, que me persiguieran por el bosque y que me llamaran su Reina.

Permití que la desesperación me consumiera, ríos de agua salobre cayeron por mis mejillas y las dejé hacer mientras me dolía el pecho y el corazón. 

Dios mío, le hablé, no permitas que me lleven con Él. Sé que no quieres eso para mí. Sé que me quieres como a una hija y no lo permitirás. Sé que, si llega el momento, me darás fuerzas para acabar con mi vida antes de que me lleven al infierno. 

Tras unos minutos u horas, tenía los ojos secos por el viento, los dedos de las manos y los pies entumecidos del frío y lo que quedaba del llanto junto con sorbos de la nariz generaba espasmos en mis hombros. Miraba hacia la ciudad a lo lejos sin ver. No sentía nada de nada, aún menos que lo normal en un vampiro. Miré al fondo del barranco. Las sombras impedían que viera el final pero estaba casi segura de que estaría lleno de árboles y arbustos y plantas y... seres de la naturaleza. A lo mejor todo el bosque era mágico y seres como Lila corretearían por allí.

Dux Et General [2] Where stories live. Discover now