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La enfermería del aquelarre no estaba en el edificio principal que yo había visitado cuando venía por asuntos oficiales, una pequeña cabaña al lado de un afluente de riachuelo que movía un molino de madera en uno de los lados. 

¿Desde cuándo el aquelarre tenía tantos edificios adicionales en el bosque? 

También es verdad que tanto la casa de Chan como esta pequeña, estaban bajo frondosos árboles que daban la protección de la naturaleza ante las mismas fuerzas de la naturaleza.

Al salir de la casa del líder, me percaté de los dos pisos de la casa, del jardín trasero que pensaba investigar más tarde, las placas fotovoltáicas que habían en los laterales de la casa y Lila me señaló su casa en un agujero del árbol que daba a mi ventana. Las pequeñas escaleras hechas con los sombreros de unas setas enganchadas al tronco y la puerta de madera con una pequeña bombilla de árbol de Navidad, iluminando la entrada. Debería de tener algún sistema de batería para mantenerla encendida sin cables.

La conversación con el brujo fue sobre todo sarcástica y ligera aunque para nada incómoda.

Me preocupaba que el brujo de fuego no me cayera en gracia, pero me sorprendió apreciar que era de un humor un poco más malicioso que el de Félix. Y aquello estaba bien.

—¡Seungmin! —Llamó a la puerta de la enfermería igual que había llamado a la mía. 

Se oyó un golpe dentro y una maldición antes de que abriera la puerta.

La expresión malhumorada del brujo detrás de ella tenía toda la razón. Tenía el cabello castaño pegado a la cabeza y las gotas de agua aún goteaban de los mechones, empapándole la ropa.

—¿Pero qué te ha pasado? —preguntó sorprendido el brujo a mi lado.

Lila entró flotando a la cabaña y la perdí dentro.

—¿Tienes que llamar así cada vez que vienes? Ya sabes que me asusta y pierdo la concentración.

—"¡Lo encontré!" —exclamó Lila desde una esquina en el techo.

Cabalgaba una especie de caballito de mar malhumorado dos veces más grande de lo normal... Que nadaba sin agua...

Sus colores rosados y verdes no eran la parte más extraña de su ser.

—Cuidado, Lila. Está enfermo —advirtió el brujo empapado volviendo a dentro recogiendo el agua del suelo por arte de magia, haciendo que los charcos que empapaban el suelo se convirtieran en grandes masas de agua que flotaban.

Mi expresión debió ser la más graciosa de todas porque JeongIn me palmeó el hombro con camaradería mientras se burlaba. 

—Lo superarás.

—¿Qué parte exactamente?

Mi respuesta le hizo más gracia aún.

—Entra cuando quieras —dijo pasando primero.

No me había dado cuenta de la fuente de calor que era el brujo a mi lado hasta que me dejó sola fuera. Hacía fresco pero era agradable. Miré las estrellas en el cielo despejado y la luna creciente brillantemente amarillenta, el viento agitando las hojas del bosque, las sombras de allí. Nada me hacía temer que pudiera haber algo malo escondido en algún sitio. Pero el recuerdo de la sensación me hacía querer no pensar demasiado en ello. 

Entré a la cabaña y detrás de mí la puerta se cerró suavemente sin nadie que la incentivara. 

Respiré hondo tratando de aparentar tranquilidad. Está bien, todo está bien. No estaba encerrada, no sentía nada maligno allí. Estaba bien, todo estaba bien.

Dux Et General [2] Where stories live. Discover now