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Ya sabía que estaba allí cuando salí de la biblioteca. Llevaba varias semanas tratando de encontrar la solución entre los cientos y miles de libros de la biblioteca del aquelarre, sin embargo se me estaba acabando el tiempo y nada de lo que había leído estaba relacionado con mi caso. Y la presencia del vampiro solo hacía que quisiera rendirme antes.

Era estúpido... Yo era estúpido.

Arriesgarme así por un vampiro que no me era nada, sin pensar, sin protegerme, era para darme de palos hasta quedar inconsciente. Si esta fuera una situación diferente le gritaría e insultaría, pero no podía culparlo. La culpa había sido exclusivamente mía.

Recordaba sus gritos en el Parque y... Sí, lo volvería a hacer. Quizá con un poco de cuidado esta vez pero no cambiaba ese hecho. 

El regio vampiro estaba apoyado en la pared de enfrente con los brazos cruzados, justo enfrente de mí. De nuevo llevaba su uniforme de la guardia y el cabello castaño sobre los hombros, cuchillos enfundados en los laterales del pantalón, sujetos por correas negras. 

Hyunjin era famoso no solo entre los vampiros, últimamente los brujos y brujas del aquelarre lo habían visto más de cerca y eso, sumado a la nueva paz entre razas y la seguridad y estabilidad que transmitía el vampiro... Bueno... Digamos que tiene bastantes pretendientes.

Y eso era bueno. Era genial. Cuanto menos atención me prestara, mejor.

—Buenas noches.

—Hola —le respondí continuando mi camino y sin darle pie a una conversación.

Pero como siempre, el vampiro era persistente. Con esas piernas largas y en dos pasos acortó el espacio que yo había puesto entre nosotros.

—No te he visto patrullando últimamente. Quería ver si te encontrabas bien.

—Como ves, estoy bien. Ya te puedes ir contento.

Oí su suspiro a mi lado pero guardó silencio y seguimos caminando.

—¿Puedo ayudarte en otra cosa? ¿Por qué me sigues?

—Estoy buscando la manera de tener una conversación contigo sin que me grites, me eches o te enfades pero la verdad es que no sé qué hago mal.

Cerré los ojos por un segundo largo maldiciendome a mí mismo. No pretendía que se sintiera así, pero lo mejor era mantenerlo lejos.

—Yo soy así, soy un gruñón. A estas alturas, deberías saberlo, General.

Hyunjin agarró mi mano. Por primera vez desde hace meses me tocó. Siempre había respetado mi negativa a que me tocara pero esa noche, tocó mi piel.

—Por favor —Nos detuvo en mitad del pasillo, ya era tarde, pocos pasarían por allí. Aunque tampoco me importaba el público—, JeongIn. Estoy harto de esto. Sé que no estás bien. Dime qué pasa, déjame ayudar si puedo.

Sus palabras sonaban en mi cabeza y me sentía tan agradecido de su insistencia... Pero no había salvación para mí, solo podía retrasarlo, y ello no sería agradable para mí. No quería que él me viera suplicando por un par de días más. Tenía algo de orgullo aún.

—¿Se puede saber de qué clase de vena has estado tomando para que digas tantas tonterías juntas? ¿Por qu-

—JeongIn, estás sudando —traté de alejarme de su agarre pero él lo impidió. 

Su tono de voz también era más duro. Me parecía que esa noche no iba a poder deshacerme de él tan fácilmente.

—Suéltam-

—Han pasado meses desde que me evitas. Y semana a semana te he visto peor. Ya no sales a las cacerías, te he visto en acción, te encanta exorcizar. Y ahora te tropiezas con tus propios pies, ¿crees que me voy a creer que es una actitud normal cuando te he visto en acción? Un hombre así no se aleja de las calles si no tiene una buena razón.

Dux Et General [2] Where stories live. Discover now