Capítulo 10

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—¡Puedes dejarlo ahí, ayúdame agradeciendo a tu pequeño amo! —dijo Wei Wuxian y sacó su teléfono para enviar un mensaje de texto a A-yuan.

Mientras que el personal del equipo de producción se veía ocupado haciendo su trabajo, en realidad todos ellos estaban mirando fijamente en la dirección de Wei Wuxian, curiosos de saber qué le habían enviado ahora. Al final resultaron ser tres botellas...¿de jugo?

La primera vez Wei Wuxian se vio preocupado por las rosas, la segunda vez, no parecía muy sorprendido ni satisfecho con el diamante. Pero ahora, tenía una expresión de felicidad en el rostro, y estaba enviando un mensaje de texto con alegría.

Todos empezaron a sacar conclusiones:

—¡Ah, por supuesto, el dinero no funciona con los omegas hermosos en estos días, es el corazón lo que importa!

—Así es, ¿No escuchaste a la chica que habló recién? Dijo que el jugo fue preparado personalmente y a mano. ¡Eso es tan dulce!

—¡Apuesto a que el que envió el jugo será quien se gane el corazón de este hermoso hombre al final!

—¡Entonces yo apuesto que será el que envió un diamante!

—¿Por qué nadie apuesta por la persona que envió las flores?

Después de tomar los jugos de fruta, Wei Wuxian se sentía totalmente revitalizada mientras continuaban filmando. Al mismo tiempo, Lan Wangji estaba en casa. Se había tomado tiempo para estar con su hijo, cuando su teléfono hizo un ding.

El "ding" le indicaba que había un nuevo mensaje de Wei Wuxian. Lan Wangji lo abrió, y se le empezó a dibujar una sonrisa.

"Pequeño Rábano, ¡gracias por los jugos! ¡Estaban súper súper deliciosos! ¡Sarangheyo!"

Lan Wangji lo miró por un largo rato antes de llamar a su hijo, que estaba inmóvil observando por la ventana con la mirada perdida.

—¡A-yuan ven aquí!—lo llamó.

A-yuan lo ignoró. Lan Wangji, susurró:

—Es un mensaje de tu Xian-ge.

A-yuan corrió hacia él como un cohete, y saltó para alcanzar el teléfono. Pero Lan Wangji lo levantó fuera de su alcance.

—Te lo puedo mostrar, si me dices 'papá'—lo molestó.

El rostro del pequeño reflejaba protesta y se rehusaba a cooperar. Fue sólo cuando su hijo estuvo a punto de llorar, que Lan Wangji finalmente cedió y le entregó el teléfono.

Mirando a su hijo leer el mensaje de texto con pura satisfacción en su rostro, Lan Wangji se veía preocupado. Había muy pocas cosas en el mundo que podían angustiarlo, era probablemente por eso que Dios le había enviado a A-yuan... Como para ponerlo a prueba.

A-yuan era muy astuto; a pesar de que siempre fue introvertido y no solía hablar mucho, tan sólo tenía seis meses cuando empezó a hablar. Pero desde el accidente no había vuelto a decir una sola palabra.

Él se perdió demasiados momentos de la infancia de A-yuan, y cuando quiso hacer algo al respecto, se dio cuenta que ya era muy tarde.

Se preguntaba si llegaría el día donde volvería a escucharlo llamarlo papá...

A-yuan se quedó mirando al teléfono por un largo rato, como si hubiera algo que no entendía. Entonces fue hacia su padre, le señaló con sus pequeños dedos la frase "Sarangheyo", probablemente preguntándole qué significaba.

—Es una muletilla, no tiene ningún significado particular —respondió Lan Wangji seriamente.

—Espera, tú no sabes, ¡No engañes a A-yuan! Sarangheyo significa te amo en coreano — dijo Lan Jingyi mientras se acercaba, dibujando un corazón con sus dedos.

El secreto perfectoWhere stories live. Discover now