PRIMER LIBRO DE LA TRILOGÍA DARK
𝐓𝐑𝐈𝐇𝐘𝐁𝐑𝐈𝐃 | ❝ El infierno se queda corto a lado de una mujer con sed de venganza ❞
𝐀𝐋𝐈𝐂𝐈𝐀 𝐌𝐈𝐊𝐀𝐄𝐋𝐒𝐎𝐍 la ultima de la Dinastía Mikaelson, hija del temido Nicklaus Mikaelson y Hayley Marshall. Al...
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advertencia: va a haber acto acto pide contacto grr
Bufé por quinta vez en la noche, escuchando risas fuertes delante mío sin ningún tipo de disimulo. Miré mis cartas y luego las cartas sobre la mesa.
—¡UNO! —grité, ahora siendo yo la que reía a carcajada y viendo como todos se quejaban.
Cora y Thomas se miraron un par de veces y luego miraron a Stiles y Scott, haciéndome fruncir el ceño.
No... no se atreverían, ¿o si?
—Más cuatro —dijo Stiles y miré a Cora.
—Más cuatro —dijo Cora y miré a Thomas.
—Más cuatro —dijo Thomas y miré a Scott.
—Lo siento, pero cualquier tipo de lazo desaparece cuando jugamos al UNO —entrecerré los ojos y negué con la cabeza lentamente, pero Scott me regaló una de sus sonrisas tiernas que me daban ganas de arrancarle la cabeza—. Más cuatro —y vi como mi guardián me traicionaba—. No seas dramática —escuchó mi pensamiento.
—¡Es injusto! ¡planearon todo! —chillé
Y las risas volvieron, eclipsando mis quejas y reproches
—Ahora, tienes que cumplir la prenda —dijo Stiles, sonriendo de manera exagerada.
Todos se miraron entre ellos y cuando Scott fue el designado a susurrarme lo que debía de hacer, negué de inmediato.
—No, no, no —me levanté rápidamente—. No. ¿Ya dije que no? ah pues no.
Las miradas cómplices que se lanzaron no pasaron por desapercibido, pero nada me hará cambiar de opinión.
Nada.
☽☽☽
—Debo dejar de ser tan comprable —murmuro por la bajo viendo el helado de chocolate que estaba en mi mano.
Miro el enorme edificio delante mío, suspirando con pesadez y bajándome del auto. Podría echarme para atrás, pero por favor soy Alicia Mikaelson, este reto de mierda no me convertirá en una cobarde. Siento que si Kol o Rebekah estuvieran aquí se burlarían de mi, y justo por eso, lo haré.
Cumpliré su estúpido reto.
Sin perder el tiempo utilizo mi velocidad vampírica aprovechando que ya era de madrugada y nadie se encontraba por aquí. No supe en qué momento, pero ahora estoy frente a una enorme puerta blanca y al borde de tocar el timbre.
—Vamos, Alicia. Tú puedes —me auto animé—. Eres una tigresa, grrr. No una gatita, miau —aprieto los labios para no reír. Ver novelas latinas hacen que otra Alicia salga a la luz.
