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PDV ANDRÉS

Mentí, no lo iba a dejar de seguir nunca, ya vamos más de 600 años en estás. Y la razón por la que vine aquí era para empezar a molestar a los lobos, para que ellos rompan el acuerdo de paz y nosotros contraatacar.

Podrá sonar egoísta, pero los últimos 100 años estuve en una etapa difícil. Mis sueños eran sobre Ari, no exactamente el pero... El libro tenía algo que ver.

Sentía que debía tenerlo para mí si o sí, y cuando quiero algo lucho por tenerlo.

El se bajó y se fué los más rápidos que pudo, se que me tiene fastidio. Pero entre más me ignore mi sed aumenta. Me he estado alimentando por animales estos últimos siglos, aunque para poder empezar con sangre humana necesito la del lobo elegido por la luna de sangre para mí.

— vamos Ariel, deja las diferencias atrás — lo tomé del hombro, sintiendo el calor que el emanaba, yo era helado y pálido. El era cálido y de un tono cálido, casi llegando a blanco.

— buen intento, pero para todos ahora soy Ari. Ariel es cosa del pasado — retiró mi mano de un solo paso, sin siquiera mirarme.

Eres más frío de lo que pensé... Dije en mi mente, tal vez necesito más tiempo para poder convencerlo.

— Buenos días estudiantes de último año. — ese era nuestro profesor, se veía jóven, tal vez de unos 24 años. — yo soy Alexander y seré su tutor hoy. Pueden seguirme a clases.

Estábamos en el patio lo cuál nos fuimos acercando al gran edificio enfrente. Estaba algo lejos de los demás y parecía conectar con el bosque.

— voy a asignar asientos, los he analizado un poco y ya se dónde poner a cada uno —  empezó a ver a cada uno, a los de lentes los puso en la mirad (eran sillas de dos) a los más altos atrás y a los más pequeños adelante. Pero yo era el más alto de los pequeños.

Así que por obra del destino me tocó junto a Ariel o Ari cómo se hace llamar actualmente. Sus facciones eran perfectas, delgado, espalda más ancha que su pelvis, cabello impecable, ojos hermosos, piel morena. Todo era perfecto.

Bajé mi mirada hasta su cuello, podía ver cada vez que tragaba salivar, los tendones, arterias, la manzana de Adán, venas y músculos importantes moverse, llamando a mis colmillos.

Bajé la mirada hasta mis manos que se posaban en la mesa. Intentando mantener la cordura al margen y no dejar salir mis impulsos.

— Bien clase, como muchos son nuevos por obvias razones no se sus nombre. Me los iré aprendiendo poco a poco. Hasta entonces quiero que pongan un pequeño trozo de papel en sus escritorios. Igual a los ya han estado aquí, para que los demás los reconozcan.

Y pues así, el primer día normalmente solo es presentación y alguna que otra regla que los profesores ponen en sus distintas clases y asignaturas.

[•••]

Las clases ya habían pasado, esa tortura por fin se terminó. Aunque quería seguir una vida un tanto normal, pero para mí desgracia eso es más que imposible.

Guardaba mis cosas en mi casillero cuando ese olor a menta se iba alejando de mí. Sabía que Ari se estaba yendo de aquí. Quería... Charlar un poco.

Seguía esa cabellera roja hasta la salida. La salida que daba al bosque, después de todo era un lobo, es su naturaleza estar por ahí. Pronto desapareció de mi vista. Pero su olor seguía cerca, tanto que lo sentía a mi lado.

— sabía que no ibas a dejar de seguirme. — escuché su voz entre los árboles.

— solo... Q-quería charlar — busqué una excusa para no decir que lo estaba apunto de derribar y tener lo que me pertenece.

— si si, por eso tus ojos están de un color carmesí — mierda, pensarlo me delató.

— es natural, sin ninguna barrera ni mentira. Cómo lo era hace más de 600 años.

— sabes que todo lo que salga de tu boca es complicado de creer, los de tu especie son muy manipuladores. — se asomó por uno de los Miles de árboles que habían.

— los de tu especie son muy paranoicos y muy vengativos. No perdonan.

— por eso no se llevan bien. — sonreí mientras lo miraba de pies a cabeza.

— si, pero... ¿Que tal si rompemos el paradigma? — me acerqué lentamente, tratando de ser lo más tranquilo posible.

Hasta el punto en dónde escuché un leve gruñido de lobo. Según lo que había estudiado era la bestia que vivía en su interior, rogando por salir. Posiblemente para arrancarme la cabeza.

Me seguía acercando, era como acercarse a un perro que gruñía, pero no trataba de morder, solo de alejarte. Toqué su brazo. Estaba tenso.

— no me toques — el gruñido se hizo más fuerte, no debía tentar a mi suerte. Podía hacerme pedazos en segundos.

— ya cálmate. — dejé de tocar su brazo y el solo se alejó varios metros.

— ¡¿Cómo carajos quieres que me calme?! — me miró con furia — ¡¡Si por lo único que me buscas es por mi sangre!! ¿La quieres? Ten y déjame en paz — podía ver sus lágrimas salir con un brote de ira y tristeza en sus ojos.

Me lanzó un frasco, el cual contenía dicha sustancia. Miré como apretaba los puños... Al fin tenía lo que quería y buscaba por siglos. Pero no me sentía bien al tenerlo.

Me fuí acercando a él, esta vez estaba decidido a darle aún que sea un abrazo. Pero creo que fué un error haber tentado la paciencia de un lobo y encima estaba enojado.

Antes de que pudiera tocarlo se transformó en el lobo rojo de mis sueños. Tantas veces lo había visto, pero no sé parecía a lo que estaba enfrente.

Era más grande, sus ojos eran verdes esmeralda con toques azules. Me miraba con ira, la ira que me tenía al sentirse solo. Lo abandoné solo por mis caprichos y también lo hice pensar que solo quería algo de el y que el no me importaba.

Rugió, sabía que trataba de decirme algo. Pero no lo podía entender. En su forma de lobo no podía entenderlo ya que solo escucho gruñidos, jadeos, alaridos y tal vez un ladrido.

Continuara...

Continuara

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ꨄ︎ Carmesí ꨄ︎ -Spartor-Where stories live. Discover now