XII

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PDV ANDRÉS

Me estoy empezando a preocupar mucho. Mi sed no cede y está volviéndose doloroso para mí, mi garganta arde y la sensación de quemarme vivo está cada vez insoportable.

La caza de animales me ha ayudado mucho durante bastante tiempo, pero ahora no se que hacer. He estado tomando unas píldoras con un remedio provisional a este ardor, estas se usan para los niños hasta que cumplan su madurez y sus colmillos estén listos.
Pero para mí esto ya está dejando de funcionar.

Los ataques de sed de sangre en plena clase están haciendo que Ari se de cuenta que algo está mal en mí.
Ya me lo ha preguntado varias veces, pero siempre digo que son cosas de vampiros inofensivas.

Pero ahora los episodios son más frecuentes, ya he perdido la cuenta de cuántos de estos episodios sufro cada día.

— ¿Está bien señor Saavedra? — la voz del profesor me saca de mi burbuja de pensamientos de como salgo de aquí sin hacer que Ari se preocupe o se de cuenta más de lo que ya sabe.
— Si desea irse a casa solo notifiqueme.

— N-no se preocupe... Solo quiero ir al baño — el profesor asintió y me señaló la puerta con la cabeza.

Salí casi corriendo al baño y me miré al espejo, mis ojos estaban normales... Pero mis colmillos estaban tan afilados como cuando tengo hambre, aunque claramente tenía hambre.

El timbre sonó para ya salir, dónde me encontré con mi hermana. Anne solo me miró de arriba a bajo, notando mi sudor en la frente.

— Cómo dijo papá, la sangre ya no te está alimentando y las píldoras casi no tiene efecto... Debes hacerlo. — miró hacia la esquina del pasillo, dónde se encontraba Ari hablando con Flex.

— No puedo hacerlo, acabamos de recuperar nuestra amistad. — repliqué, pero el ardor en mi cuerpo me dejó de rodillas.

— Esa, ya es tu elección.

Con eso ella salió del pasillo y me dejó de rodillas. Me levanté con dificultad y agarré mis cosas para salir del colegio y encaminarme hacia mi casa.
Mi debilidad empezó a enloquecerme, no podía correr y mi vista era nublosa.
Solo pude sentir como mi padre mi cargaba en su espalda y me llevaba a casa.

[•••]

Cuando desperté me encontraba en mi habitación encadenado de pies y brazos con cadenas de titanio. No tenía fuerza en los brazos ni en ninguna otra parte de mi cuerpo.

— Estás llegando al límite — escucho la voz grave de mi padre hacer eco en mi habitación. — Sabes que es un ciclo que se tiene que respetar, si no cumples con eso esto pasa.

— No creo que sea buena idea convencerlo... Dice que el lobo es su amigo, además es de la manada de los lobos rojos, y esos están aliados con los lobos blancos. — dice Anne con seriedad en una esquina.

— Si lo atacamos o intentamos hacer algo contra el joven lobo estamos iniciando nosotros, todo lo contrario al plan.

— Además que es el primer hijo varón de
Ronald, siguiente alfa de la manada. — recalca Anne.

— Hacerlo por lo fuerza no es opción, sería una idea estúpida siquiera entrar más a su territorio.

— ¿Sugieres que Andrés hablé con el y lo haga con el consentimiento del lobo? ¿Crees que funcione?

— Es la única opción, de todos modos. Si ya recuperaron la amistad por la preocupación de perderlo actuará y cooperará. — me mira a los ojos y lo único que veo es preocupación.
— Andrés, la sensación de quemarte vivo seguirá hasta hacerte cenizas si no bebes sangre del lobo indicado. Si quieres seguir vivo sugiero que lo hables con el lobo rojo, si es tu amigo cederá.

ꨄ︎ Carmesí ꨄ︎ -Spartor-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora