XVI

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PDV ANDRÉS

Reconocer cada vez el entorno se me hacía ya un poco más fácil, pero aún me perdería si no subo a un árbol o algo por el estilo.

Mis sentidos se agudizaron y alertaron de un olor a bosque. Salvaje, crudo y totalmente imposible de ignorar.
No cabe duda, son ellos.
Posiblemente por estar con el humano no me ataquen, si me muestro pacífico y sin movimientos alertivos a sus sentimientos estaré bien y no pondría en riesgo a Haro también.

— Mantente detrás de mi — me susurra aún adelante mío, separando con cuidado las ramas.
— Estamos entre criaturas agresivas y sin compasión, pero si no te muestras débil o muy vivo, vivirás.

Sus palabras fueron casi totalmente precisas, son bestias sí. Pero solo me atacaran a mi o a cualquier cosa que sea una amenaza.

Salté sobre Haro al ver cómo uno de los lobos saltó casi sobre el. Lo quité del camino y empezamos a correr directamente hacia el corazón del bosque, donde la luz de la luna apenas se hace visible.

Perdí a Haro de vista, pero al encontrarlo quedé petrificado, un cuchillo se encontraba en su mano derecha, con sangre y el con una sonrisa en sus labios.

El lobo estaba en el piso, totalmente inconsciente, mientras que dónde había tocado el cuchillo... La carne no sanaba, el poder de sanación que ellos poseen era ineficiente contra eso.

— ¿Que le hiciste? — le pregunté acercándome al lobo que estaba aún moviéndose pero agonizando en vida.

— Soy un cazador de esas cosas. Lo que estas viendo es un hombre lobo. Son cosas monstruosas

— Eso me suena muy grosero, porque siguen siendo seres vivos que sienten dolor — Su voz a mis espaldas hizo que mi piel se erizara.

— ¿Que eres? ¿Su mascota o algo parecido? — Escupió Haro a mi lado mirando al pelirrojo con duda.

— ¿Por qué exactamente mascota?

— ¿Creciste con ellos o algo así? ¿Cómo conseguiste se confianza? ¿Se pueden domesticar? — Haro lo miraba fijo.

— No son como cualquier animal salvaje, no todos se pueden domesticar cómo tú mente retorcida cree. Por algo se les denomina "salvaje" — la crudeza de la voz de Ari me inquietaba, está conteniendo su furia y el deseo de arrancarle la cabeza a Haro.

— Sabes que no son lobos normales, son bestias. Un lobo normal no sería más alto a una persona promedio.

— Eso es lo que los hace especiales — una loba blanca apareció a su lado y las manos de Ari pasaban sobre sus orejas.
— ¿Dijiste que eran hombres lobo, no? ¿Has visto uno en su forma humana?

Haro no contestó y solo pudo fruncir el ceño ante sus palabras. Escucho el corazón acelerado de Haro y el corazón tranquilo de Ari, tan calmado como siempre.

— Eso pensé, yo me encargaré del chico, somos amigos cercanos ¿Si? Sus padres deben estar muy preocupados por el.

— Yo también lo conozco. Y si el no me confirma que eres su amigo no voy a dejar que lo lleves y quede en medio del bosque muerto.

— Haro, lo conozco desde hace siglos — literalmente — Nunca me haría daño.

— Además vivimos en la misma cuadra, nos queda de paso. — Haro guarda el cuchillo en su cinturón y empieza a caminar con cuidado continuando en la dirección en la que íbamos antes.

Ariel con una mirada llamó a los lobos a ver el cuerpo del lobo que parecía ya muerto, pero aún escuchaba su corazón latir, era débil pero seguía.

Seguimos el camino por casi una hora a paso lento, pero el bosque estaba calmado. A diferencia de lo que antes se sentía, hostil y peligroso.

Llegamos a mi casa y Haro me dió una sonrisa y se fue a su casa. Me quedé solo con Ari. Sus ojos de cachorro me miraban con dulzura y con precaución.

— Es peligroso ir por mi territorio sin mi compañía o hasta conmigo. Ahora tendré que darle explicaciones a Luna, salvar a un vampiro no es común en mi conducta.

— Me perdí.

— Aún así no haya sido de adrede. Él es peligroso en todo sentido, en especial para mí y mi manada. ¿Era humano?

— Sí, su corazón y flujo de sangre eran normales — su expresión se enserió.

— No podemos hacer nada a menos que nos descubra. Si hay más como el, estamos en problemas.

— ¿Sabrá de mi especie? — lo miro a los ojos, ellos me miran a mí y por loco que parezca, puedo ver mi reflejo en ellos.

— Supongo que no, si nos tacha de despiadados en definitiva no sabe sobre ustedes y sus atrocidades. — contesta divertido y ríe cuando pongo los ojos en blanco y le doy un golpe en el pecho.

— ¿No he sido suficientemente cruel contigo? — le pregunto agarrando su sudadera con fuerza y siento como su ritmo cardíaco se acelera.
— ¿Asustado? — me río cuando el suspiro y baja la mirada.

— Tengo algo para tí, se que probablemente te lo acabes en una noche, pero si eres conciente no lo harás.

Veo como se separa de mi agarre en su sudadera (que ya había dejado de usar fuerza) y saca una caja de roble obscuro.
Cuando la abro quedo sorprendido, 3 frascos de cristal con una sustancia roja en ellos. Se lo que es. Lo miro confundido

— Creí que como no podemos estar siempre juntos pues... Si es una emergencia podrían ayudar. — sus manos llegan a las mías y las acaricia suavemente mientras aún sostengo la cajita.

— Gracias... — susurro mientras lo abrazo y el me corresponde casi al instante.

— No hay de que...

[•••]

Ya me acabé un frasco, olvidé pedirle sangre antes que se vaya para no tener que gastarlo tan rápido.
Pero por lo lindo que se había portado, el hambre desapareció momentáneamente.
Aunque al entrar en mi casa casi caigo de las escaleras por un golpe seco de mi estómago a mi garganta, ardía como el mismísimo infierno. No tuve de otra.

Salí de casa para ir al instituto antes que se me haga tarde (denuevo) últimamente e llegado justo o tarde y mis profesores están algo preocupados.
Pero al salir pude ver a Haro, estaba con el uniforme de otro colegio al otro lado de la cuidad. No sabía ni que iba a un instituto siquiera.

— Haro — mis típicos saludos hacia gente que no era muy frecuente.

— Andrés, ¿tarde denuevo? — me miró de arriba a abajo.

— ¿Cómo que tarde?

— A las 6:40 me pasa viendo el autobús. Por eso no me has visto con el uniforme, normalmente sales antes.

— ¡Mierda! ¡Adiós! — salí corriendo a una velocidad normal para no ser obvio.

ꨄ︎ Carmesí ꨄ︎ -Spartor-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora