XI

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PDV ANDRÉS

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PDV ANDRÉS

Mis ojos se adaptaban a la luz que pasaba por las persianas. Esa luz cálida que para muchos de mi especie era mortal, pero para mí no.

Sentía como algo se enrollaba en mi cintura y pecho, calentando mi cuerpo y dejando una sensación de hormigueo en mi piel helada.
Sentía su pecho moviéndose poco por su respiración calmada... Su respiración caliente en mi cuello me ponía la piel de gallina y me daba cosquillas.

Su piel de un tono cálido me hacía sentir calidez y protección. Sabía que el era lo opuesto a mí, por sus venas pasaba el líquido vital que necesitaba... Pero mi conciencia y mi corazón debatían internamente si hacerlo o no.

Sus brazos me apegaron a su pecho, logrando hacerme escuchar sus latidos, aunque estaba de espaldas podía escuchar sus latidos y su sangre corriendo por su cuerpo.

Su cabeza se hundió en mi cuello y sus piernas se ponían a la par las mías.
Pasé mis manos por sus brazos acariciando suavemente su piel suave y caliente. Llena de vida y calor “humano”

Dió un gruñido ronco en mi oreja, causándome risa y a la vez una sensación extraña en mi estómago.
Miré su rostro con detenimiento, dió una mueca ante la luz del sol que acababa de dar directamente en sus párpados.
Me dió la espalda y el gruñido de su bestia sonó por el cuarto.

— ¡Ya despierten dormilones! — escuché afuera de la habitación. Era Silvio golpeando fuertemente unas ollas.

— ¡Cállate Silvio! — escuché que gritó Flex desde la otra habitación.

— Pero ya son las 6, tenemos que ir a clase — entrabamos a las 7:20 de la mañana, así que debíamos darnos prisa.

Yo negué con la cabeza y sonreí mientras veía como Ari se levantaba con pereza.

— ¿Esto es una broma? — se dijo mientras intentaba abrí sus ojos, pero la pereza le ganaba.

— No — me reí al ver su expresión frustrada y a la vez de sueño.

— Mierda — se quejó hundiendo su cara en la almohada.

— Oye, enserio ya levántate — me acerqué a él, subí mi mano hasta su cabello y empezé a acariciar su coronilla de forma lenta.

De lo que estaba algo tenso sentí como su cuello se relajaba y pude escuchar un ligero ronroneo (porque si, al parecer algunos caninos lo hacen)

— Pareces un perro — comenté ante su reacción. El solo se levantó y su mirada se tornó más agresiva. Sacó mi mano de su cabello y la acomodó en mi regazo.

— Vuelves hacer eso y te arranco el brazo — sonrió con broma. Ambos reímos y nos quedamos sentados frente a frente.

— Eres agresivo

ꨄ︎ Carmesí ꨄ︎ -Spartor-Where stories live. Discover now