¿Que tan grande puede ser un cambio?
• Insignificante
• Preocupante
• Catastrófico
Pues en este caso, el cambió fué muy catastrófico. Hasta el punto de hacer que grandes amigos... se hagan enemigos a morir.
1400 en un Reinó de hace mucho tiempo, un...
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PDV ARI
¿Este es un imbécil? ¿Acaso quiere que nos descubran? Aceptó a la propuesta que dieron esos dos como si nada.
Esperé a que se fueran para replicarle o hacer algo para hacerle entender que esto nos podría costar a los dos, si nos descubren nos matarán.
— ¡¿Pero que carajo haces?! — le grité intentando hacer el menor escándalo posible.
— ¿Debemos vivir una vida humana no? — sus ojos miel se posaron en mis ojos y con una sonrisa maliciosa en su rostro.
— ¿Pero no sabes que es algo estúpido estar con humanos así? Si nos descubren pasará lo mismo que en 1700. Trincheras... Fuego... Plata. Estás poniendo nuestra vida en peligro. — fruncí el ceño al recordar que puede engañarme y tomar mi sangre cuando baje la guardia.
— Se lo que estás pensando... Ari. Otro don muy útil ¿No? — desvaneció rápidamente esa sonrisa que esbozó antes. — Puedo hacer que entres en mi mente y ver que no voy a intentar nada.
Sin más tomó mi mano y me sacó de donde estábamos. Tengo miedo que me haga algo. Pero estaré al tanto.
Me llevó hasta una parte de la escuela donde no había nadie. Sin soltar mi mano la llevó hasta su cabeza. Cerramos los ojos en el proceso.
— cierra los ojos y por primera vez... Deja de estar tenso conmigo... como los viejos tiempos... ¿Si? — movió sus dedos para también mover los míos, revolviendo suavemente sus cabellos entre mis dedos.
Por alguna razón le hize caso. No sabía el porqué ni el como había llegado a convencerme. Pero pronto entendí que en realidad su obsesión conmigo se tranquilizó un buen poco.
— Puedes abrir los ojos — escuché su voz cerca de mi oído, lo que me hizo estremecerme por su cercanía a mi cuello.
Acepté su orden, abrí mis ojos con cautela y miré a mi alrededor. Estábamos en el mismo lugar donde estábamos.
Pero algo en mi cabeza me advirtió de un golpe que me daría en el estómago, lo cuál lo bloqueé.
— Ahora cada cosa que quiera hacer en contra tuya te avisará. Para que sepas que no haré nada — se cruzó de brazos mirándome.
— Está bien... Pero si algo pasa. Te culparé para toda la eternidad — sonreí al final.
— ¡Hay amigo! ¡Deja de ser amargado y desconfiados! ¡Diviértete! — me dió una palmada en la espalda.
— Hacer estás estupideces te matarán algún día — lo seguí.
— Soy inmortal amigo. Quedarse sentado cada día de tu eternidad es aburrido. Vivir la vida al máximo es mejor.
