Luego de todo lo que pasó, entendí porque quienes quieren vivir frente a la cámara, renuncian a la vida normal.
Es demasiado complicado llevar esa doble vida. No sabes quienes están ahí porque te quieren, o quienes están ahí por lo que quieren cons...
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— ¿Maddi? —le dijo Chandler, sacándole de sus pensamientos.— Te quedaste quieta de la nada. ¿Qué pasa?
— Nada. Solo... repasaba la letra y coreografía en mi mente.
— Siempre haces eso moviéndote. —dije recordando todas las veces que la había observado, mientras lo hacía.
— Sí, pero me quedé quieta, porque me quedé en blanco. Perdón es que estoy... algo cansada.
Esto era algo más. Otra vez. Ella era una increíble actriz, pero sentía que estaba mintiendo.
— Maddi... —quería decirle para hablar a solas y... tratar de que me dijera que le pasaba, pero alguien me interrumpió.
— Años sin verte, pequeña Nessi. ¿Tus padres, o Jacob, saben que ahora eres mujer lobo? —dijo... un chico de cabello largo, mientras se acercaba.
Booboo... Stewart, creo que era.
— Seth... —ella se acercó a abrazarlo.— Bueno, perdí la comunicación con todos ellos. Hace unos años me encontré con mi mamá, pero... ya no volví a hablar con ellos.
— Gracias por invitarme, Maddison. —dijo riendo, mientras nos saludaba a nosotros.
Cierto. Twilight. ¿Pero qué tenía que ver él en este video? ¿Por qué tenía que estar aquí? Creí que yo era al único chico que invitó....
— Me encantaría tomar el crédito, pero fue Paul. Una pequeña investigación de mis proyectos anteriores, que tenían que ver con lobos, y llegó a ti.
Ah, no fue ella. Ok, eso era un alivio. Seguía siendo el único chico al que invitó ella.
— Entonces le agradeceré a Paul.
— Ok, muchachos. Vamos a empezar. Meg, Chandler, Pearce, a la mesa. Maddison, ya sabes qué hacer.
— ¿Aún no vienes con nosotros? —le preguntó Meg.
— No. Acabo de llegar tengo que cambiarme y lo demás. Los veré luego. —dijo antes de irse.
— Chicos, vengan.
Maddison tocó mi brazo, antes de irse a donde Paul le había dicho, supongo.
Al inicio se estaba bien. Maddison era... asombrosa. Cada que hacía una de... todas las cosas que le gustaban, ella... solo brillaba. La forma en la que hacía todo era tan natural y... perfecto. Sabía que tenía que hacer, y cómo hacerlo.
Verla en medio de... todo eso, me atrapaba. No podía evitar seguirla con la mirada. Por suerte, se suponía que tenía que hacer eso.
Luego estaba el tema de la letra. Si no la conociera, y ella no hubiera dicho que no, creería que la escribió para alguien. Era como si describiera a su... chico perfecto. Pero al mismo tiempo era algo bastante... general. No sabía si... si podía ilusionarme, o no. No estaba seguro de que encajara con lo que ella describía. Pero, aunque no estaba seguro, eso no me impedía disfrutar de mirarla, ni imaginar que hablaba de mí.
