17 - El inicio de algo. Parte 2

5 3 0
                                    

En cuanto llegaron se aproximaron a donde Meyson recordaba habían sepultado a su mejor amigo

Hoppla! Dieses Bild entspricht nicht unseren inhaltlichen Richtlinien. Um mit dem Veröffentlichen fortfahren zu können, entferne es bitte oder lade ein anderes Bild hoch.

En cuanto llegaron se aproximaron a donde Meyson recordaba habían sepultado a su mejor amigo. El verde del pasto se extendía frente a ellos y las lápidas sobresalían formando largas filas separadas las unas de las otras. Era mediodía, ambos se encontraban frente a una de ellas con un ramo de flores frescas. Él, en silencio, se disculpaba reprimiendo las lágrimas.

En la vida, siempre hay y habrá momentos de los que nos arrepentiremos, eventos que mil veces nos gustará no vivir, situaciones que desearemos hacer de otro modo, que preferiremos cambiar y olvidar, pero ya están, no se puede hacer más. Lo mejor, es aprender a sobrellevarlas, aceptar, perdonar y seguir adelante.

Ella lo tomó del brazo haciéndole saber que estaba para él, más tarde le dio privacidad, esperando sentada bajo la sombra de un árbol. Fue ahí cuando ella, cargada de emociones, comenzó a llorar. Sin darse cuenta, Alexander se apresuró a tomarla en sus brazos.

—¿Qué ocurre?

—No es nada... estoy bien.

—¿Es por el engaño? —intuyó.

Ella solo se recargó sobre su hombro.

—No quiero hacer de esto un drama, sé que tú lo estás pasando mal.

—Tú también lo estás pasando mal. Sufrir por amor es un dolor completamente aceptable.

—No quieras convencerme para volver con él.

—No lo hago —se apresuró a decir—, en absoluto. Solo digo que eres una chica maravillosa que no merecía que le hubieran hecho eso.

Ella lo miró con ilusión y a pocos segundos de intentar besarse, aparecieron frente a ellos, dos coches patrulla, cada uno con dos oficiales que se apresuraron a llevarlos a la comisaría. Los habían reconocido, sus fotos estaban en los medios.

—Espere, espere. No hemos hecho nada —dijo Astrid en su defensa—. Lo he visto en televisión, tenemos derechos, no pueden llevarnos así.

—Tranquila —habló uno de los oficiales—. No irán a la cárcel.

Aquello pareció tranquilizarlos y los liberó de un peso enorme.

—Por lo menos tú no —intervino el otro oficial—. A él se le acusa por secuestro.

—¿Qué? —mencionó Meyson con extrañeza—. ¿Secuestro?

—No, él no hizo nada. Lo juro —dijo Astrid quien parecía querer golpear al oficial.

—Todo se aclarará en la comisaría —finalizó el hombre que llevaba a Meyson.

En menos de dos minutos cada uno en coches patrulla separados, emprendieron camino hacia la comisaría. Les esperaba un largo interrogatorio.

—Sé que lo que hice estuvo mal, pero no robamos ningún banco ni secuestramos a nadie —declaró Astrid sentada sobre una silla de metal muy incómoda. En un cuarto pequeño y aséptico, con las paredes en tono gris sin ventanas. La oficial la miraba sin parpadear.

Proyecto VenusWo Geschichten leben. Entdecke jetzt