Proyecto Venus

19 - Brillo Mío

—¿Cuál ha sido la peor locura que has hecho? —preguntó con gracia. Se encontraban recostados sobre el pasto, en un sitio no muy alejado del lago. Con las manos por detrás de la nuca, mirando el cielo sobre ellos. Respirando con tranquilidad mientras esbozaban una sonrisa ligera.

Habían pasado algunos días, las cosas se habían calmado, la chica había dejado de salir en las noticias y aunque era seguro que su aventura estaría en las conversaciones del colegio, reconocía que era una buena experiencia para contar. En la vida no siempre se era prófugo de la justicia y se era libre para contarlo. En casa las cosas también parecían haber mejorado, ya tenía todo listo para mudarse con su padre y estaba emocionada por ese cambio en su vida. Matías había prometido hablar más con su progenitor y Eissi se había propuesto ya no meterse en tantos problemas.

No pretendía que su familia fuera ejemplar, le bastaba con saber que las cosas podían mejorar entre ellos. Que podían llevarse bien y tener la certeza de confiar los unos en los otros.

—Veamos... es difícil decirlo, ¿sabes? Pero creo que ésta, gana por mucho —expresó observando una nube avanzar por encima de ella.

—¿Sí? Dímela.

—La peor locura que he hecho en mi vida fue haberme creado una cuenta falsa en Instagram —sonrió mirándolo por algunos segundos. Deleitándose entre cada una de sus facciones hasta ver la sonrisa completa.

—¿Un fake? Pero eso no es nada. —Se burló.

—Por supuesto que es algo. De no haber sido por eso la Policía no habría estado tras de mí, un asesino no nos habría querido matar y tú no habrías sido acusado por secuestro. —Carcajeó con la mirada hacia el cielo—. Y lo más importante, de no ser por ella, no te habría conocido.

Estaban a días del inicio del ciclo escolar. Eissi no quería que las vacaciones llegaran a su fin, no quería apartarse de Alexander, razón por la cual procuraba disfrutar de cada día a su lado.

—¿Y la tuya? ¿Cuál ha sido la peor locura que has hecho?

—Veamos... —pensó sintiéndose afortunado por estar con ella—, haber permitido que esa mañana ingresaras a mi auto.

—Admítelo, ahora que lo recordamos tuvo su gracia. —Sonrió.

Ambos comenzaron a reír y en el momento en el que quedaron uno frente al otro, se besaron como si no hubiera mañana, o más bien, como si tuvieran todo el tiempo del mundo. De manera pausada, expresando lo que sentían entre caricias y la calidez de sus labios.

Ella tomó el teléfono de su novio, buscó la playlist que tanto le gustaba y seleccionó la canción que más se ajustaba al momento. Colocó los auriculares, compartiéndolos con Meyson. Después, recargó su cabeza sobre el pecho del chico y lo abrazó, le encantaba hacerlo, podía escuchar los latidos de su corazón. Podía sentirse más cerca de él.

Alexander sonrió, la tomó entre sus brazos, cerró los ojos y se dejó llevar por la melodía. Sobre ellos se extendía un azul perfecto, las nubes avanzaban con lentitud. El viento rozaba sus rostros con delicadeza y la sensación de estar recostados sobre el pasto, era magnífica.

Al final, había sido un verano digno de recordar.

—Me encanta tu playlist.

—Me encantas tú.

—Sí, también me encantas tú —respondió Meyson intentado hacerle cosquillas, riendo en cada movimiento acertado. Astrid no se dejaba vencer, en un rápido movimiento, Alexander se colocó encima de ella, la tomó de las muñecas, y la contempló por largos segundos.

—Te amo —reveló con sinceridad mientras esbozaba una sonrisa y depositaba un beso sobre sus labios.

—Te amo, Meyson —respondió moviendo sus labios en sincronía con los suyos.

—Vamos, ponla de nuevo —solicitó, irguiéndose para después extenderle la mano y ayudarla a reincorporarse.

—¿Qué?

—La canción, repítela.

Eissi tomó su mano, cogió el móvil y se levantó.

Si algo habían aprendido a lo largo de esos días, había sido a comunicarse a través del baile y de la música.

Meyson la pegó a su cuerpo, bailaban lento. Tomó su mano y entrelazó sus dedos con los suyos, con la otra, la tomaba por la cintura. Si alguien los llegase a ver, pensaría que estaban locos y que conectaban de un modo muy singular, tanto como para dar envidia.

Se movían de un lado a otro, a veces se separaban, daban vueltas y brincos mientras elevaban las manos por el aire, o procuraban mantener la cercanía hasta abrazarse mientras se balanceaban al ritmo de la música.

A partir del minuto 2:17 comenzaba la parte favorita de Alexander. Era el momento en el que Astrid tomaba el control. Los movimientos eran más rápidos y libres. Con cada uno bailando a su modo. Con Meyson deleitándose ante la alegría de su novia, con sus facciones y con sus brazos moviéndose por el aire. Lo mejor era cuando al final de la canción, Eissi volvía a él y lo besaba con pausa, con entusiasmo e inmenso amor.

La melodía se había vuelto parte de su himno.

—Me alegro por haberte conocido —mencionó de nuevo recostado sobre el pasto. Esta vez, ella de un lado y él del otro, mirándose a los ojos—. Agradezco que hayas creado esa cuenta falsa.

Esta era la historia que Astrid Eissi no había imaginado, mucho menos la que había planeado. No obstante, se alegraba por haberla vivido. Era su historia de amor. Al principio algo confusa, después trágica y algo arriesgada, al final, fue todo lo que siempre deseó. No había seguido el plan al pie de la letra, había surgido como un verdadero amor debe surgir, sin forzarlo, obligarlo o premeditarlo.

Alexander resultó ser el Proyecto Venus que Eissi jamás planeó.

—Eres lo mejor que me pasó en el verano —suspiró Alexander.

Se encontraban ahí, con los rayos del sol pegando levemente contra sus rostros, con la tranquilidad y la certeza de saber que tenían un amor de verano, de esos que duran para siempre.

Brillo Mio – Caloncho

 1:22 a.m.

México, 6/Agosto/19 

***

Hemos llegado al final. Gracias por haber leído. Esta era una historia que había escrito hace tiempo, pero no me había animado a subirla completamente.

Nuevamente gracias. ❤️

No olviden leer Un amor para Evan, también disponible en mi perfil.

Con cariño,
Gima