18 - Intenciones

6 4 2
                                    

Al cabo de unos días, Alexander se presentó sin avisar, llamó a la puerta y Matías lo recibió esbozando una sonrisa de oreja a oreja

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Al cabo de unos días, Alexander se presentó sin avisar, llamó a la puerta y Matías lo recibió esbozando una sonrisa de oreja a oreja. No tardó en darle una palmada en el hombro para después permitirle ingresar. Conocía a su amigo, sabía que era cuestión de tiempo para verlo ahí. No se equivocó.

—Cuida de ella. Es como la caja de Pandora, pero por temporadas. —Sonrió.

Meyson no tuvo que pensarlo, sabía que debía ir a verla y retomar lo que habían dejado pendiente en la carretera. No sabía si era lo más adecuado y si la madre de Eissi iba a recibirlo, pero tampoco es que tuviera cómo comunicarse con Astrid. Estaba seguro de que aún no tenía teléfono.

—Descuida, eso es lo que más me gusta de ella —reveló devolviéndole la sonrisa.

Esa misma mañana antes de emprender camino hacia la casa de la chica, se dirigió a la florería más cercana. Creyó que sería un bonito detalle y el primer paso para decirle que le importaba, que la quería. Cuando ingresó a la tienda se quedó en blanco. Estaba rodeado de flores de distintos tipos, tamaños y colores. Le resultó complicado decidirse por alguna. La mujer que atendía le fue de gran ayuda al apresurarse a darle recomendaciones. No se cansó de aconsejarlo y de decirle que fuera cual fuera su elección, a ella le iban a encantar. En el fondo, Alexander sabía que así sería. Astrid era romántica, a su estilo, pero lo era. Al final se decidió por las rosas. Era común regalarlas, pero confiaba en que ella sabría valorar más la intención con la que se las entregaba, que el detalle en sí.

—Le gustarán —afirmó la mujer esbozando una sonrisa mientras le entregaba el ramo de rosas.

—Gracias... —respondió y salió del local sintiéndose triunfal.

Meyson ingresó a la casa sintiendo un cosquilleo en el estómago. Caminó hasta la sala en donde Matías le había indicado que Eissi se encontraba y se tomó el tiempo para contemplarla a la lejanía. Le pareció raro verla de esa manera, tan enfocada, en silencio y sin hacer ninguna locura. Era una faceta de ella que no conocía. Por lo regular siempre la veía bailando, sonriendo, saltando o buscándose problemas.

—¿Te interrumpo? —Finalmente habló. Manteniendo las flores detrás de su espalda, sonrió ligeramente y esperó por una invitación.

—A... Alexander —respondió sintiéndose afortunada por volver a verlo. Esa mañana al despertar, por un momento llegó a creer que lo que había vivido había formado parte de un sueño—. Pasa. Estaba leyendo...

—No sabía que te gustaba... —mencionó, caminando con tranquilidad hacia ella.

—No está mal, pero no puedo hacer mucho sin mi teléfono... —Se lamentó—. Además, me han castigado. —Esbozó una pequeña sonrisa, algo culpable—. Estoy de acuerdo con eso, no pude discutir la decisión... ¿Cómo estás tú?

—Estoy bien... Yo, creí que sería romántico aparecer por aquí y... no sé. —Aminoró la distancia para situarse frente a ella.

—Romántico, ¿dices? —Sus palabras derritieron a Eissi, aunque prácticamente ya lo hubiera hecho desde el momento en el que decidió ir a verla. No hacía falta hacer otra cosa, pensó ella. Era más de lo que había soñado.

Proyecto VenusWhere stories live. Discover now