7 - Cercanía

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-Hola, Astrid

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-Hola, Astrid. ¿Qué tal va el curso? -mencionó Alexander cerrando la puerta de su casa. Acto seguido, avanzó hasta donde ella había detenido el paso y le sonrió como si hubiera estado esperando ese momento. Habían pasado ya unos días, los suficientes como para animarse a acercase más a la castaña. No quería limitarse a las conversaciones que tenían por Instagram, en sus cuentas falsas. Pensaba que quizá había llegado el momento de decirle la verdad.

La casa de Meyson le quedaba de paso camino hacia el colegio. Eso le hacía pensar en la extraña manera en la que el mundo solía funcionar, con todos encajando, estando en el lugar y en el momento adecuado.

Astrid solía frecuentar el camino. Así lo hizo por muchos años, aunque jamás coincidió con él. Quizás se debiera a la diferencia de edad.

-Bien -mencionó alzando los hombros-. Se hace lo que se puede. Por lo menos no es aburrido, no como mis clases regulares.

-Mmm, interesante -dijo aproximándose más a ella.

Alexander vestía casual, con pantalones cortos de camuflaje y una playera blanca de manga corta. Además de un par de botas amarillas de gamuza. Con el cabello ligeramente corto en los costados y ondulado al estilo hípster. Lucía jodidamente increíble, era todo un arte en su esplendor.

-Y ¿si hoy no vas a clases? -propuso caminando a su lado, con las manos en los bolsillos, sin perderle la vista. No podía creer que lo estuviera haciendo, pero era ahora o nunca.

-¿Me estás proponiendo no ir a clases?

-Bueno, no sé. ¿Quieres acompañarme? -Su manera de hablar denotaba tremenda tranquilidad que le hacía creer que todo formaba parte de una casualidad, aunque en realidad, Alexander lo había estado planeando desde hacía tiempo.

Astrid se detuvo y lo contempló tratando de descifrar sus intenciones. Es que era increíble. No se había dado cuenta antes o no lo quería reconocer, pero comenzaba a sentir algo al respecto.

Por lo general, Matías solía invitar a Meyson cuando en compañía de su hermana, decidían acudir a algún lugar. A veces se les unía Benjamín. Eso les había permitido conocerse más. A ella le había servido para estar más cerca de Benja y llevar a cabo su plan. Aunque reconocía que hablar con Alexander le maravillaba.

-Astrid... -dijo queriendo saber lo que pensaba-. ¿Todo está bien? ¿Tengo monos en la cara?

-sonrió provocando un cosquilleo en el estómago de la chica.

-No -comenzó a reír-. ¿Adónde vas?

-Mmm, no lo he pensado aún... -respondió dejando relucir la blancura de sus dientes.

-Será mejor que lo pienses porque me has convencido. No iré a clases.

-Bien, vamos. Tengo una idea -expresó tomándola de la mano para guiarla hacia otra dirección.

Proyecto VenusWhere stories live. Discover now