4 - Por cinco minutos

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Mientras Astrid esperaba impaciente por las golosinas que había solicitado, en el local sonaba una de sus canciones favoritas

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Mientras Astrid esperaba impaciente por las golosinas que había solicitado, en el local sonaba una de sus canciones favoritas. Todo en ella le hacía sentir mariposas en el estómago y la hacía sonreír aparentemente sin motivo alguno. En pocas palabras, la hacía sentirse enamorada. Su parte favorita en el video era la escena del baile porque para Eissi, claramente hacía referencia al romance. Era una de las pocas canciones que la hacían sentirse de ese modo o quizá, fuera porque en realidad se estaba enamorando.

«Tal vez podría incluir "bailar con el chico majo" en el proyecto...», pensó con emoción.

Minutos después y sin percatarse de ello, ya estaba tarareando la melodía que sonaba por el altavoz. También pensaba en Benja. Él y la canción le quitaban la respiración mientras volvía al sitio en el que se encontraba Matías.

Cuando llegó, depositó las golosinas sobre la mesa tomando asiento junto a su hermano mayor.

-¿Y bien? -preguntó mientras elegía una bolsa de dulces.

-Y bien, ¿qué? -inquirió deseando no ser tan obvio, quizás arrepintiéndose por lo que había hecho.

-Sí, ¿quién ganó?

-Ah, eso -soltó con despreocupación al tiempo en el que abría una bolsa de papas fritas-. Empate. El último tiro nos dirá quién es el ganador.

-¡Excelente! -dijo ella con entusiasmo mientras tomaba su teléfono. Mismo que no se molestó en desbloquear, al ver que no tenía notificaciones. Eissi animó al chico, deseándole tener mala suerte, para de algún modo intentar ser la ganadora.

-La peor de las suertes -dijo con gracia ganándose el dedo medio de su hermano.

Matías buscó su color favorito, aquel que hasta ese momento había catalogado como el de la suerte. Estiró las manos, cogió la bola naranja, se encomendó a la fuerza, suspiró y lanzó.

El evento aconteció como en una película en cámara lenta. La bola siguió un curso vertical sobre la madera lisa. Matías no había tambaleado en sus movimientos y casi podía anticipar el resultado. No tardó en esbozar una sonrisa en cuanto cayeron los pinos.

-¡Sí! -gritó con efusividad elevando las manos para bailar al ritmo de la música.

Astrid lo miró decepcionada al haber hecho una chuza. Pero comenzó a sonreír en cuanto lo vio bailar, hacía tiempo que no lo veía tan feliz. Para ella, el juego aún no estaba perdido. También era buena, lo decía el empate que habían tenido en el marcador.

-¿Has visto eso? ¡Supéralo! -expresó con emoción echándose una golosina a la boca.

Eissi se levantó con carisma confiando en la posibilidad de empatar el marcador. Aunque antes de lanzar la bola que había elegido, una voz ahora conocida, la interrumpió.

¿Podía ser más romántico? La canción, él, ella.

-Astrid -habló nuevamente caminando hacia su compañera de clase.

Proyecto VenusWhere stories live. Discover now