29: El Refugio

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Ron y yo rápidamente dimos vuelta uno de los colchones, ocultándonos detrás de este mientras dos personas entraban a la habitación a la fuerza, la puerta haciéndose pedazos

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Ron y yo rápidamente dimos vuelta uno de los colchones, ocultándonos detrás de este mientras dos personas entraban a la habitación a la fuerza, la puerta haciéndose pedazos. Por mi legeremancia capte que habían otros dos afuera. En total eran cuatro, una mujer y los otros tres solo hombres, lo peor es que estos no eran los de hace unas semanas. Eran nuevos y eso solo podía significar que la noticia sobre mi estadía en Londres se había divulgado, ahora todos los del bando contrario sabrían que estaba aqui.

— ¡Se los dije!— uno de los hombre exclamo—. ¡Es la chica metamorfomaga! ¡Es Laila Scamander!

Vi hacia la ventana agitada, el reflejo de Laila de siempre me miro de vuelta, ya me habían visto y no podía cambiar a la chica asiática. Era demasiado tarde, sabían quien era y no podía cambiar mi apariencia, ellos sabían que habían dado con la chica correcta.

Inmediatamente alze mi varita, hechizando la entrada para que los otros dos no pudieran entrar al apartamento. Eran cuatro pero eso no impedía que nosotros no lucháramos de vuelta, los rayos de luz iban y venían. Me levantaba para maldecirlos antes de ocultarme para evitar el golpe de sus hechizos.

— ¡Confringo!

— ¡Petrificus Totalus!

— ¡Crucio!

— ¡Desmaius!

— ¡Vas a morir!— era la voz de la mujer, estaba a unos metros de mi—. Y luego será ese estupido anciano de Newt Sca...

Me levanté de mi escondite;

 ¡Avada Kedavra!

Y lo dije con odio, lo dije con todo el odio del mundo, poniendo todo mi potencial y magia en las palabras, el veneno en cada una de las silabas del hechizo. Un chorro de luz verde salió disparado de mi varita y le dio en el pecho, al siguiente segundo la mujer ya estaba muerta y tirada en el suelo con los ojos bien abiertos. Ron y yo nos vimos por un segundo que pareció durar una eternidad antes de que la pelea se reanudará. Ron petrifico al hombre; y los dos que se habían quedado en el pasillo, al parecer mi disposición a matarlos había hecho que huyeran. Se habían asustado cuando había asesinado a su compañera.

Con las respiraciones aun agitadas, lentamente Ron y yo dejamos el escudo que se había vuelto el colchón de una de las camas. La habitación había quedado un desastre, plumas de las almohadas que habían recibido los hechizos volando por la habitación, una de las mesas estaba completamente rota, reducida a astillas.  Habían algunos pedazos de madera y cemento de las paredes y del suelo, el polvo se elevaba en el aire. Fuimos hacia los dos cuerpos en el suelo, Ron balbuceo algo de que le iba a borrar la memoria al tipo petrificado antes de elevar la varita. Yo me arrodille para ver a la mujer que había matado. Debía tener alrededor de 40, los ojos eran verdes pero ahora estaban vacíos de cualquier brillo o luz, el cabello lo tenía castaño y liso. Traía una túnica negra y elegante, mi mirada paso hacia su brazo, allí en la muñeca, la marca tenebrosa brillaba de color negro contra su piel. Sentí que la habitación dio una vuelta de 180 grados y unas nauseas me llenaron.

Laila Scamander Y Las Reliquias De La MuerteWhere stories live. Discover now