Prólogo

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¡Advertencia de inicio!
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Esta novela puede contener material fuerte, vulgar u obsceno.
¡No me hago responsable por las mentes traumadas!

Ahora sí, a leer.

Prólogo

Supongo que debo empezar diciendo que, en mi vida, pensé terminar siendo lo que soy ahora.

¿Yo, Molly Ruiz, una chica sin ambición trabajando para una organización privada del gobierno?

Nadie se habría imaginado que la chica que se quedaba dormida en clases y que no servía ni para levantar un bolígrafo haya terminado metida dentro de uno de los grupos privados militares del país, pero supongo que la vida es así.

Da muchas vueltas y no sabes con que es con lo que te puedes encontrar.

Termino de acomodar mi cabello en un moño apretado y tostado gracias a la cantidad excesiva de gel que debo ponerme para que mi fabuloso pelo ondulado sea domado, observo mi reflejo en el espejo y doy un largo suspiro sintiendo cierta presión en el pecho que me hace sonreír como una loca —¡Venga Molly, hoy es cuando dejas de ser una simple manda recados de los suboficiales, ¡tienes que demostrar seriedad ante todo! —palmeo mis mejillas sacando a relucir la personalidad que tuve que adoptar al llegar aquí.

Creo que lo único bueno de todo esto es que puedes tener varias caras de la moneda.

Salgo del diminutivo cubículo llamado baño en el pequeño cuarto que comparto dentro de la base con una muy cansada Faty quien no hace más que dormir y dormir hasta cuándo le toque nuevamente su turno de guardia en el cuartel principal de las instalaciones.

No, no hay vida social para ella, sacándome a mí, claro está.

Aparte, siempre le gustó ser sargento primero y que los demás le dijeran que hacer; por lo tanto, creo que ella está satisfecha con lo que hace.

—Faty, me marcho. — le jalo las botas que no se ha quitado desde que llegó no hace mucho y está me hace una queja haciéndome saber que aún sigue viva como para cerrar antes de que me vaya.

Ruedo los ojos divertida y cierro detrás de mí haciendo un poco de ruido para que esté atenta.

Los corredores sólidos y vacíos no hacen más que hacer que crezca mi ansiedad por saber que hoy subo de rango; no obstante, sacudo mi cabeza intentando quitar esos pensamientos obsesivos de que todo saldrá mal y tendré una bochornosa primera impresión ante los que ahora serán mis compañeros y superior.

Estoy preparada para esto.

Lo he esperado mucho como para que ahora me deje caer por un simple nerviosismo.

Me rehuso a que eso suceda.

Detengo mis pies frente a la puerta de reclutamiento, ya que es donde siempre se hacen los exámenes de prueba para saber si eres apto o no y justo antes de tocar la puerta siento otros pasos venir del lado izquierdo del corredor lo que me hace girar mi cabeza para ver firmemente al tipo que viene directo hacia mí sin despegarme la mirada.

¿Y este quién es?

¿Acaso será otro que van a reclutar?

Que yo sepa, en el informe que leí, no decía nada de tener compañeros en reclutamiento, aparte...

Observo con detenimiento su porte y lo cierto es que se siente imponente por su altura y contextura bombeada gracias a los evidentes músculos que tiene, pero si no fuese por eso y la placa de identificación que cargamos todos colgando del cuello, incluído él, no diría que parece uno de los nuestros.

Al estar justo a pasos de mí puedo ver mejor sus facciones y como por su rostro yace una leve capa de pecas que nadie distinguiría a lo lejos, su nariz, labios finos y abundantes pestañas le dan cierto toque femenino que puede que a las mortales les parezca de lo más atractivo y si a todo eso le sumamos la mirada oscura penetrante y su cabello marrón...

Directamente es un afrodisíaco hecho hombre listo para disfrutarlo; sin embargo, dije que sería así para las mortales. Obviamente yo soy una mortal, pero ya estoy acostumbrada a ver chicos lindos aquí.

No es nada del otro mundo para mí.

Su mano, al estar justo a un costado, abre la puerta dejándome ver a el reducido grupo de operaciones encubierto junto al que ahora será mi jefe si no empiezo a decir más de cuatro tonterías.

—Mason, llegas tarde —la voz rasposa de mi superior no hace efecto en él y entra de lo más desinteresado sentándose en la primera silla vacía que encuentra. —Ruiz, entra por favor; te estábamos esperando. —el jefe de operaciones encubierto me señala la última silla disponible y asiento segura llevando mi cuerpo hasta la misma con una sincronía de manos y pies. —Bien, ahora que estamos todos, me complace anunciar a la nueva agente encubierto —me señala el coronel —que llega al equipo después de perder comunicación con Sam y recibir a Sasha, Matías y Alfred con demencia severa.

¿Eh?

¿Escuché bien?

¿Dijo nueva agente? ¿Así sin más? ¿Sin pruebas ni ningún tipo de examen?

Aparte...

¿Dijo demencia severa?

—Señor, con todo respeto, —habla la única chica que hay en el grupo de cuatro hombres sentados en la misma mesa que yo —no creo que una... —me observa detenidamente y suspira —sargento que seguro recién lleva unos cuatro años con nosotros sea la mejor opción para mandarla con Mason a ese lugar.

—Dinna, —el jefe Marshall se acerca a ella y posa una mano sobre su hombro — precisamente porque lleva cuatro años y ha demostrado ser buena al punto de subir de rango hoy a suboficial es que está aquí, —la suelta — además, —lleva sus brazos detrás de la espalda —creo que el único que debería decir algo sobre ella es Mason, ya que es él que estará de niñera en todo momento... Mayor, ¿Algo que decir sobre su compañera?

Cuestiona el coronel como si no estuviese frente a todos ellos y los ojos oscuros de este se posan sobre mí en un silencio eterno hasta que deja que la comisura de sus labios se curven ligeramente hacia arriba y niegue.

—Tener una suboficial a la cual tenga que vigilar no me desagrada, —su voz gruesa eriza todo mi cuerpo y me concentro en él para olvidar rápidamente lo nerviosa que me acaba de poner —de hecho diría que es un placer llevar a la niña conmigo.

¿Niña?

¿En serio?

Ya se me quitó el nerviosismo.

Me han dicho de todo en estos años que he estado aquí, ¿pero niña?

Y sí... Creo que él sabe la manera de caerle bien a alguien en menos de dos segundos y gracias a eso puedo decir que nos llevaremos muy, pero muy bien.

Espero que se note la ironía.












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Operación D ©Where stories live. Discover now