Cap.10=Por el sol

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Capítulo diez

Hoy hacía un espléndido día para salir a conocer el supuesto pequeño pueblo y lo digo así, porque de pequeño no tiene nada, incluso hay tiendas de ropas de marca repartidas de esquina en esquina.

Sol radiante, unas cuantas nubes, un clima un poco frío, pero agradable a la piel... Todo iba perfecto hasta que, de la nada, cierta persona decidió unirse, y con cierta persona me refiero a un alto chico de cabello oscuro, semipecas en la cara y ojos dorados.

¡Ah!

¿Acaso no tendrá más cosas que hacer el día de hoy que tiene que estar detrás de nosotras?

A parte, tampoco es como que si me haya quedado claro lo que pasó esta madrugada, ¿A qué se refería cuando me hizo aquellas preguntas? Sinceramente no tengo ni la más mínima idea y cuando lo confronté dió dos pasos hacia atrás diciendo que no había dicho absolutamente nada y se fue.

Aún lo recuerdo.

Flashback

—¿Qué chicos? ¿Cuáles otros? —demanda acercándose a mí mientras que yo solo rezo porque no vea lo roja que está mi cara.

¿Y ahora esta escena a qué viene?

Es como si él estuviese...

No creo que Mason esté sintiendo celos de lo que dije si a penas lo conozco y muestra relación es más de trabajo que otra cosa.

>>—¿Me vas a responder en algún momento, novata? —cuestiona —¿De qué hombres estás hablando?

Junto mis cejas molesta —¿Acaso no quedamos en que no nos íbamos a llamar así aquí? —suelto sin más, —pero si usted quiere yo puedo llamarlo mayor y referirme a usted de esta manera, no tengo ningún problema —lo señalo con la taza de café tibio aún en las manos.

Suspira tomando el puente de su nariz —No es necesario que lo hagas, sin embargo, eso no contesta mi pregunta.

—¿Y debería contarte sobre mi vida personal? ¿Es un requisito para estar aquí contigo?

—Sí.

—Entonces empieza tú diciendo quién era esa de hace un momento y por qué te dijo amorcito, también escuché algo de una guerra antes de estar del todo lejos, otra cosa a mencionar es por qué todo el mundo te hace caso y para ponerle la cereza al pastel quiero que me digas por qué llamaste a tu supuesto jefe Roy —levanto las cejas teniendo una expresión de supuesta impresión y bebo un sorbo de mi café para luego dejarlo en la mesa más cerca que hay en la parte de afuera —Ah... —recuerdo lo que me contó la señora Leprince en la cocina —y también quiero que me hables de qué fue lo que hiciste para salvar a esta familia, ya que mi jefa me contó que estaban en la ruina cuando llegaste y tú —lo señalo con la cabeza mientras me abrazo a mi misma sintiendo los brazos congelados —los ayudaste.

—La de hace un momento es la hija de un magnate reconocido en otro pueblo cerca de aquí, básicamente querían que me casará con ella y me negué, —se encoge de hombros y mete sus manos a los bolsillos de su buzo gris —lo de la guerra es porque Roy, el segundo nombre del señor Antonio, maneja acciones de él y este señor puede quitarlas, pero nada que yo no pueda manejar. —remoja sus labios —¿Que por qué todo el mundo me hace caso? Soy una figura de autoridad en la casa, es completamente normal y sobre la ayuda que les preste a ellos en su momento, ya te he hablado de ella, simples y complejas estrategias en la empresa que aún sigue desarrollandose. —guarda silencio por un momento haciendo que solo el viento se escuche pasar —Si son todas tus preguntas y las contesté, ahora espero que contestes la única que tengo yo hacia ti, ¿De qué chicos estabas hablando? —vuelve a preguntar y doy una larga respiración pensando en todo lo que me acaba de mencionar.

Operación D ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora