Cap.7=Arañazos

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Capítulo siete

Es un nuevo día.

Oficialmente es un nuevo día y nadie habla o dice nada de lo que sucedió ayer por la noche.

Todos actúan tan normal como siempre, tanto, que me pregunto si lo que habrán hecho sería tomarme el pelo con una actuación muy bien elaborada.

—Laura, ven a la cocina un momento —mi jefa me llama desde el inicio del corredor del pasillo del segundo piso. —Tengo que hablar contigo —se da vuelta y baja las escaleras con cuidado dejándome perpleja en mi sitio pensando en todo lo que he hecho hoy y en lo que podría estar mal.

Que yo sepa mi limpieza debería estar bien, Spirit no me ha corregido ni nada por el estilo.

Dejo la aspiradora a un costado con cuidado y le doy una mirada de reojo a mi compañera quien no hace más que estar concentrada limpiando los jarrones de porcelana enormes que yacen por los pasillos.

Bajo las escaleras lo más rápido que mis pies me dan y tomo una fuerte respiración antes de poder entrar a la cocina.

¡Vamos Molly, tú puedes!

Mis pies me guían dentro del enorme espacio recientemente limpiado y mi jefa se gira hacia a mí con una bandeja repleta de comida, pastillas y medicinas.

¿Eh?

¿Y esto?

¿Quién se está muriendo o qué?

—Ve a la habitación de tu hermano y encárgate de cuidarlo el día de hoy —estiro mis brazos recibiendo la enorme bandeja y junto las cejas teniendo un enorme signo de interrogación plasmado en la cara —Laura, si tienes algo que preguntar, pregúntaselo a él, no a mí —me da media vuelta y me saca prácticamente a patadas de la cocina sin darme una explicación como tal.

¿Ahora en qué se metió?

Subo con cuidado de no regar nada de lo que llevo y me encamino por el pasillo contrario al de Spirit, llego a la puerta y antes de pensar en cómo abrirla por tener las manos ocupadas escucho las voces que provienen de la parte interior de su habitación.

—Para mí todo esto es agotador, Antonio —la voz del señor Gaspar hace que me pegue a la puerta para escuchar su conversación —No sé que hacer sin ti.

¿Antonio?

—Lo único que te estoy diciendo que tienes que hacer es actuar como yo lo hago y listo, no necesitas hacer más nada. —esta vez es Mason quien habla.

¿Actuar como yo lo hago?

¿A qué se refiere con eso?

—Te olvidas de algo muy importante y es que no soy tú —dice el dueño de la mansión —lo intento, pero muchos no me toman en cuenta si no estás.

—No toda la vida me tendrás contigo, Roy...

¿Roy?

¿Por qué ambos se llaman con nombres extraños?

¿Acaso...?

Las voces se difuminan de un segundo a otro cuando siento una mano delicada posarse en mi hombro, trago grueso conteniendo la respiración mientras pienso en la gran mentira que me tocará decirle a quien sea que esté detrás y lentamente me giro teniendo de frente a la señora de la casa conmigo.

Por qué a mí...

—Señora Carolina —le doy una sonrisa media nerviosa —¿Cómo está el día de hoy? —cuestiono intentando desviar el tema.

—¿Por qué estás afuera de la habitación? —es lo primero que dice y achica sus ojos por unos breves segundos —¿No habrás estado escuchando lo que mi marido y tu hermano han estado hablando, o sí?

Operación D ©Where stories live. Discover now