Cap.21=Aire Fresco

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Capítulo veintiuno

Molly

Lo hice. 

Lo pregunté. 

Sinceramente no sabía si hacerlo o no, ya que en mi mente estaba la posibilidad de que Mason se metiera en un problema, pero aquí vinimos a recolectar información, no a pasar el rato de compras o enferma en una cama; además, después de lo que sucedió anoche estoy más que segura que él no sabrá como defenderme el día que tengamos que salir y dar explicaciones frente a los superiores. 

Esto es supervivencia o morir. 

—Laura, Laurita —mi jefe me da una sonrisa de oreja a oreja haciendo que en mi interior desconfíe inmediatamente de todo lo que me va a decir, —tú y los demás pueden llamarme como gusten, porque al final mi nombre es una combinación rara, — se encoge de hombros de manera desinteresada —cosas de madres las cuales no se deciden nunca por un nombre y terminan llamándote por todos los que creyeron que serían buenos. 

¿Por todos los que serían buenos? 

¿Entonces eso quiere decir que todos los nombres que conozco de él no son más que apodos? 

—Aún así, — digo y comienzo a jugar con mis manos de manera nerviosa para disimular lo directa que estoy llegando a ser —me gustaría saber su nombre principal para no faltarle el respeto en algún futuro cuando haya algún malentendido. 

—Ya te dije que no sucede nada, puedes llamarme por cualquier nombre — da un paso junto a la señora Carolina y la ve directo a los ojos para luego pasar a los míos —pero si tanto insistes en saber, —suspira —me puedes llamar por Antonio... Antonio Dh...

 —Hermanita, — Mason habla después de todo el rato de haber estado con nosotros en silencio —yo ya tuve esta conversación contigo y te comenté que nuestro jefe se llama Antonio, ¿No sé a qué se debe la pregunta a estas alturas? —cuestiona de manera demandante y capto el mensaje inmediatamente. 

No debo tener dudas con eso, es lo que me trata de decir, pero es que ya no sé que pensar, porque cada vez que aparezco de la nada o espío un poco siento que aquí todo está mal.

Doy una afirmación con mi cabeza —Gracias por responder mi pregunta.

—No es nada, Laura. Tanto Carolina como yo queremos que te sientas cómoda en esta casa y si una de las maneras para sentirte cómoda es responder tus preguntas, lo haremos siempre que podamos —termina esto último llevando su vista a Mason.

Levanto mis cejas un poco confusa por este acto; no obstante, sacudo mi cabeza dejando el tema de lado cuando mi estómago comienza a rugir cual león.

—Eh... Seguramente ya notaron que tengo hambre —balbuceo —y ya no tengo nada más que preguntar, así que, ¿Me puedo retirar a mi desayuno? —cuestiono —¿O me necesitan para otra cosa? —miro a los jefes delante de mí esperando alguna orden de estos y ellos niegan.

—Carolina y yo estábamos de paso, —el señor Antonio acomoda su ropa mientras que ve atentamente los ojos de su esposa —pensábamos ir a la empresa para algunos ajustes, ¿Cierto, cielo?

—Así es, Laurita —la señora Carolina hace un ademán con su mano en mi dirección —no te preocupes por nosotros, ya nos íbamos —toma el brazo de su esposo —espero que tengas un buen desayuno, linda, nos vemos —dicho esto ambos se dan la vuelta y salen de la enorme casa mansión, sin mirar atrás, dejándonos solos a los dos.

Eso fue un poco extraño, pero se sentía mucho mejor que la sensación que me da el estar a solas con él, y es que el mero hecho de pensar en que esta detrás de mí hace que se me ericen todos los pelitos del cuerpo.

Operación D ©Where stories live. Discover now