Capítulo 28

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Teatro

—¿Todavía estás molesto conmigo por arruinar la cita? —le pregunté a Alex. El chico levantó la mirada del folleto, y la respuesta reflejada en su rostro.

—No.

Suspiré agotada. ¿A quién engañaba?

—Es obvio que lo estás.

—No entiendes Ana. Una cita es entre dos personas que deciden pasar tiempo juntos. —Bajó la voz cuando alguien ocupó la butaca a su lado. Las luces comenzaban a atenuarse y los espectadores ocupaban apresurados los últimos asientos vacíos—. Tú me dejaste solo.

Bajé la cabeza. Decir lo siento otra vez no cambiaría nada, aun así, decidí intentarlo.

—No fue mi intensión —murmuré en voz baja. Alex volvió a bajar la vista al folleto, fingiendo leer el orden de la función.

Con las uñas intenté quitar algunas piezas de pedrería sobre el encaje del vestido blanco. Las piedritas tornasoles brillaban demasiado bajo los focos. No necesitaba llamar la atención antes de tiempo.

—¿La prima de Julia nos ayudará? —preguntó Alex. Tomó mi mano con cariño, apartándola del vestido.

Sonreí contenta ante el cambio de tema.

—Lo hará, y nos lo cobrará caro.

Alex señaló con la barbilla el palco donde se encontraba el consejo de ancianos y sus familiares.

—Han venido todos.

—También el doctor Lewis, no me gusto para nada la forma en que se dirigió a mí en el baile.

Alex crispó los puños. Había insistido en ir a hablar personalmente con el doctor después de contarle lo sucedido.

—Debería ir ya con Raúl. La función no tarda en comenzar.

—¿Nos vemos después? —pregunté con esperanza.

Bajó la cabeza para depositarme un beso en la mejilla.

—Sigo molesto —susurró contra mi piel.

—Lo sé.

Me dio otro beso, esta vez en la comisura de los labios.

—Ten cuidado.

Lo vi marcharse a la cabina donde lo esperaba Raúl. Habíamos conseguido los pases y la llave con un amigo del chico. Al principio se negó a ayudarnos, pero cuando le contamos la verdadera historia, accedió. Todos le debíamos un favor a La Dama Azul.

Desde mi posición vi a Julia salir de detrás de bambalinas y ocupar uno de los primeros asientos. Estiró las manos por encima de su cabeza, dando la señal.

«Bien, todas las piezas están colocadas».

Las luces se apagaron y la cortina roja se abrió, mostrando a una joven bailarina. Brenda, la prima de Julia, interpretaría el personaje de Alba. El vestido de capas de tul azul celeste y la dorada cabellera eran el preámbulo de que la obra tendría un giro diferente.

—Me llamó Alba —gritó la actriz—. Y esta es mi historia.

No necesitaba luz para poder sentir las miradas clavándose en mí como navajas. Ellos sabían, él sabía. Había encontrado una rosa roja en mi butaca al llegar. Un recordatorio. Él estaba aquí, exponiéndose. ¿Se atrevería a ir por mí ante todos? Curvé mis labios. Quería que lo intentara. Esta noche, la presa apuntaba al cazador.

Un grupo de bailarines acompañó a Brenda, iniciando el primer acto con el baile de sus quince años. El actor que interpretaba a Alonso Hayes hizo su aparición al finalizar la escena. El público quedó en silencio al ver a la persona a la que admiraban mostrar su verdadero rostro acto tras acto.

Del otro lado del lago (Completa)Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt