Capítulo 33 Parte 2

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Di un paso atrás, tambaleante. Unas manos me sostuvieron con fuerza, dándome la seguridad que necesitaba.

—Te equivocas en dos cosas. Primero: No fallaste aquella vez. —Pestañeó, sorprendido—. Y en segundo: Te vuelves a equivocar, no estoy sola.

Él soltó una estrepitosa carcajada.

—No veo a más nadie aquí, listilla. No trates de engañarme.

—Tú no los ves, pero yo sí.

Andrade me apretó el brazo izquierdo en asentimiento. Alba se paró a mi lado, sosteniendo mi mano derecha. A su lado un chico de ojos color cielo y boina sostuvo la de ella. Ambos sonrieron en complicidad; juntos, más allá de la muerte.

Mi corazón palpitó cuando vi a Federico rodear a Nicolás. Sonrió orgulloso al ver las marcas en su piel. Su forma espiritual era un oso. El mismo que me había protegido en el bosque sin saber aun quien era.

—La familia siempre se protege —afirmó al incorporarse.

Asentí agradecida.

Elisa se situó entre sus padres. Lucía justo como en las fotos antiguas que a la abuela tanto le gustaba mostrar. Era como ver una versión adulta de mí.

—Gracias —dijo.

Todos, y cada uno de mis antepasados, se hicieron presentes. El colgante de mariposa aleteó en mi pecho, cobrando vida con su magia.

—Estamos aquí para ti, mi niña —dijo la abuela Carmen después de llenar a besos a su hijo—. Siempre lo hemos estado.

—Es hora de morir —sentenció Lewis, llamando mi atención.

—No. Es la tuya.

El sonido del disparo hizo eco a través de mis oídos. La bala se acercó a mí, peligrosa. Por unos momentos el tiempo se ralentizó. Desprendí el colgante de mi cuello y lo lancé con fuerzas contra la bala. El impacto provocó un estruendo que nos lanzó a ambos al suelo.

Me puse rápidamente en pie, apoyando los pies firmes contra la madera.

—¡Maldita! ¿Qué has hecho?

—Nada que no te hayas buscado.

—¡Eres una maldita bruja! —Escupió—. Te mataré lentamente y disfrutaré cada momento del proceso.

Buscó la pistola, pero estaba demasiado lejos para alcanzarla. Andrade la había lanzado de una patada al otro extremo.

Hirviendo de rabia, se precipitó hacia mí. Me aparté con la ayuda de los espíritus. Con el impulso, Lewis no se pudo detener y cayó al agua.

—La historia no se repetirá, no estoy sola —le dije.

A mi alrededor, las voces cantaron: "No estás sola"

—Voy a salir de aquí, Ana —gritó—. Y te arrepentirás de haber nacido.

Negué.

-No saldrás de ahí.

Del agua emergieron cientos de manos que lo agarraron y hundieron. Sus gritos se fueron desvaneciendo a medida que era arrastrado a las profundidades.

—Lo siento.

Mario agarró a Alba de la cintura y la besó de una manera que me hizo sonrojar.

—Te esperaremos. —dijo. Tomó de la mano a Elisa y juntos desaparecieron.

Federico levantó el pulgar en alto.

—Lo hiciste.

—Lo hicimos —corregí, mirando a todos.

La abuela Carmen me dio un abrazo antes de volver junto a su hijo.

—Cuídalos —pidió.

—Siempre —prometí.

Andrade se acercó a mí, sonriente.

—¿También te irás?

—No. Toda biblioteca debe tener un fantasma. Mi hogar es allí.

—Gracias por venir a apoyarme.

—Ha sido todo un placer, Ana Berg.

Uno por uno fue desapareciendo hasta quedar solo Alba. La antigua Dama Azul recogió los pedazos rotos del colgante y los arrojó al lago.

—Sé feliz, Ana.

Su cuerpo comenzó a deshacerse en gotas de agua.

—Sé feliz, Alba —le dediqué una amplia sonrisa antes de que abandonara este mundo por completo.

Las horas pasaron sin que me diera cuenta en mi pequeño paraíso sobre la tierra. Cuando llegó el momento, me sumergí en el lago. Las aguas me envolvieron, recibiéndome. Esperaba que Marián cumpliera la petición que le hice durante el baile. Quería irme sabiendo que mi familia estaría protegida en mi ausencia.

Cerré los ojos. 

—¡Ana! —escuché una voz proveniente de la superficie.

Continué el descenso.

-¡Ana, sal de ahí, niña! -gritó Marián a todo pulmón.

Nade hasta la superficie. Al salir tomé desesperadas bocanadas de aire. Había estado sumergida demasiado tiempo y necesitaba respirar. "¿Respirar?"

—¿Qué haces? —protesté—. Quiero estar sola, vete.

—Niña tonta, morirás. Pero no esta noche.

—¿De qué hablas? —Nadé hasta el muelle. ¿No lo había hecho ya? El viento frío me erizó la piel. ¿Qué estaba sucediendo?

-La Dama Azul pidió un último deseo por ti. El lago decidió concederlo, eres libre -sonrió.

—Qué estás viva —aseguró—. Aunque yo no hubiese gastado ni un deseo en ti.

Corrí hasta ella y la abracé, sin poder contener el llanto. Marián acarició mi espalda.

—Vamos llorona, tus seres queridos te esperan.

—Gracias —sollocé contra su pecho.

—Ellos son libres gracias a ti, yo no pude hacer nada por mi amiga.

Levanté un poco la cabeza.

—¿Quién eres?

Sonrió con tristeza.

Asentí.

—Eres una buena amiga Marián.

—Tú también.

La abracé una vez más antes de correr a casa.

***🦋***

N/A: Si has llegado a este final es porque has recorrido junto conmigo la creación de esta historia. ¡Gracias por leer! ¡Gracias por tu apoyo! Siempre que un escritor llega al final de su historia lo invaden ciertas emociones. Es como plasmar un pedacito de ti en cada página. Durante todo el trayecto lloras, ríes y sobre todo, sueñas. "Del otro lado del Lago" es la primera obra que termino y me animo a compartir. Aún me falta mucho en mi camino como escritora y es parte de este bello proceso de creación que inicie un día.

PD: No olvides leer el Epílogo y los Extras.

¡Gracias por formar parte del Team A! ❤

Del otro lado del lago (Completa)حيث تعيش القصص. اكتشف الآن