Capítulo 33 Parte 1

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Volar

Volví al lugar donde comenzó esta historia y donde tendría su fin. Dejé los zapatos a un lado, quería volver a caminar descalza por el muelle y sentir por última vez el contacto de la madera bajo mis pies. Mientras avanzaba, recorrí con la vista cada pedacito del paisaje, inmortalizándolo.

—Alba, es hora.

Le había pedido a Celia cerrar el lago por el día de hoy. La mujer, en un principio, se negó, pensando que haría una locura. Después de explicarle, accedió, aunque no convencida del todo.

—Ana...

Una imagen parpadeante se formó sobre la superficie del agua.

—Hola —sonreí.

Deseé poder abrazarla. Sus ojos se humedecieron, sintiendo la misma necesidad.

—Eres libre, Alba.

Ambas lo éramos. Nadie más de nuestra generación cargaría con el peso que nos fue impuesto.

—No tengo cómo agradecerte.

—No tienes que hacerlo, soy una parte de ti —afirmé—. Tenías razón, debía ser yo la elegida.

La deidad se subió al muelle. Su cabello brilló en tonos dorados cuando la luz del día incidió sobre él.

—Estoy feliz de haberte conocido, Ana.

Acercó sus manos a mi rostro, sosteniéndolo con ternura. Pestañeé sorprendida al sentir el contacto de su piel.

-Ana, ha pasado un siglo desde que la maldición me atrapo aquí. Durante ese tiempo he concedido deseos, pero nunca pedí uno por mí. Ahora que por fin puedo sentir la libertad, se me ha otorgado la oportunidad de revertir el daño que causé. Promete que nunca permitirás que el odio y la venganza te consuma. -Depositó un beso en mi frente-. Tienes un corazón noble, consérvalo aun cuando la oscuridad aceche.

—Alba, no tienes la culpa de lo que te pasó.

Me dedicó una sonrisa triste.

—Para mí es tarde, pero aún puedo...

Los ojos de Alba se abrieron en sorpresa. La expresión aterrada en su rostro me erizó la piel. No estábamos solas.

—Debiste haber muerto ese día.

Un escalofrío subió por mi columna vertebral al escuchar su voz.

Giré mi cuerpo lentamente, siendo consciente de cada latido, de cada respiración que provenía de mí. El metal del arma brilló entre sus manos.

—Lewis.

Él no era el médico amable que cuidó de mí. No. Frente a mí, estaba mi asesino.

—Terminaré hoy lo que comencé.

Traía el cabello revuelto y la ropa sucia, arañazos se extendían por su piel. ¿Qué le había sucedido?

—¿Por qué? ¿Por qué yo? —grité.

Una vena en su frente palpitó.

—Porque eres una maldita piedra en nuestro camino. Nunca debieron volver —chasqueó la lengua—. Tuve que ensuciarme las manos por tu culpa. Héctor se encargó de los demás como lo dictaba su legado y como una vez lo hizo su padre —sonrió con malicia—. Tuve que hacer que pareciera un accidente para no arriesgarme. Esta vez será diferente.

Escupí al suelo.

—La maldición también te afecta a ti.

Lamió sus labios.

-Me importa una mierda que mi alma vague por toda la eternidad. Este lugar lo vale - Dio un rápido vistazo al lago. Sus ojos se detuvieron en mi espalda, como si pudiera ver a Alba allí-, nos hace ricos. Una única regla, Ana: El cadáver no debe abandonar el lago. Haré lo que sea por conservar nuestra fábrica ilimitada de dinero.

—Llegaste tarde —sonreí con satisfacción—. Ya no hay una deidad a la cual explotar.

—Morirás hoy, Ana —Sentenció, apuntando el arma a mi cabeza—. Sola. Tal vez, si te arrojo al lago, la sustituyas.

***🦋***

N/A: ¡Hemos llegado al capítulo final! Estoy muy emocionada de compartirles esta primera parte. Continúa hasta la parte dos para no perderte los detalles finales de esta historia.

Del otro lado del lago (Completa)Where stories live. Discover now