Epílogo

44 9 11
                                    

Años después...

Vi a mi hermano empinar su cometa naranja junto a la orilla del lago. El viento jugueteaba a su alrededor, divirtiéndose con él.

—¡Dylan, por favor no te acerques al agua! —grité.

—Está bien —respondió, sin dejar de correr.

Sonreí al verlo jugar.

Me encontraba sentada sobre la manta que Alex extendido en el césped.

—Dylan...

Suspiré cansada. Ese niño no tenía remedio.

Alex apoyó la cabeza en mis piernas, llamando mi atención. Extendí la mano para acariciar su cabello.

—Déjalo, Ana. Sabes cómo son los niños. —Giró la cabeza para besarme en mi abultado vientre —. Dentro de dos meses estaremos luchando con nuestra pequeña.

Arqueé las cejas.

—Ambos sabemos que malcriarás a Zoé.

Él apoyó la mano cerca de mi ombligo, sintiendo sus movimientos.

—Ya quiere salir —sonreí—. Es una pequeña traviesa. Se nota que es hija de su padre.

—¿Te he dicho alguna vez que me haces el hombre más feliz del mundo?

—No sé. ¿Lo incluiste en tus votos matrimoniales?

Nos habíamos casado en una pérgola frente al lago. El lugar formaba una parte importante de lo que éramos. Julia fue mi dama de honor, vino desde la ciudad —donde vivía ahora— con su esposo Raúl. Marián también estuvo ahí, junto a su familia. Su ejemplo de amistad me inspiro. La muerte no puede separar a las almas que están destinadas a encontrarse. El destino siempre encuentra la forma de volverlas a unir, ya sea en otro cuerpo, o en otra vida.

—Amor, te leí los votos más hermosos del mundo —protestó Alex—. ¿De qué te quejas?

—Te podías haber esmerado más. Tu carta de despedida fue...

—¿Otra vez con esa nota que no recuerdo haber escrito?

—Sí —sonreí.

Dylan vino corriendo y se acostó junto a nosotros. Le limpié las manitas y le arreglé la ropa. Si llegaba a casa sucio, mamá nos regañaría a los dos. Mi madre continuaba con sus diseños, cada vez más los clientes iban a la pequeña tienda que montamos junto a la Biblioteca. Papá la ayudaba con las cuentas. Había dejado su trabajo como abogado para formar parte del nuevo consejo de ancianos dirigido por Celia.

—¿Puedo ir con ellos? —preguntó mi hermano al ver a un grupo de niños juntándose para empinar cometas.

—Está bien, pero no te acerques a la orilla.

Alex me tendió un cupcake, que rechacé de inmediato. No podía soportar el olor de la comida sin sentir náuseas.

—Tienes que hacer un esfuerzo, por las dos.

El embarazo había sido complicado desde el principio, pero Alex había estado a mi lado todo el tiempo, apoyándome.

Movió el cupcake de un lado a otro como si fuera un avión.

—No soy una niña pequeña —protesté.

—Desempacaré todo si comes bien esta noche, ¿trato?

Fingí pensarlo por un momento. De todas formas, él tendría que desempacar debido a mi estado. Todavía teniamos algunas cajas sin abrir de la mudanza. Habíamos comprado una casa cerca de nuestros trabajos. Alex dirigía una pequeña tienda que combinaba el arte con la florería, mientras yo seguía persiguiendo mi sueño de convertirme en Oncóloga.

—Acepto.

—Eso me trae recuerdos —se burló.

Jalé un mechón de su cabello con fuerza.

—Auch.

Vimos a una anciana acercarse al borde del muelle, cerró los ojos y lanzó una moneda al agua.

—No entiendo por qué todavía hay personas que arrojan monedas. ¿Estás segura de que la deidad se ha ido?

Asentí.

—¿Entonces por qué se siguen cumpliéndose los deseos?

Me encogí de hombros.

—El lago era mágico antes de la muerte de Alba —expliqué—. Tal vez todavía queda algo de su esencia. O tal vez, piden el deseo con tanta fuerza que el destino no se atreve a negarles sus sueños.

—O lo crean ellos mismos —añadió Alex—. Con la esperanza de que algún día se cumplan.

Una mariposa azul se posó en la cesta de pícnic. La observé sonriente.

"Soy la mariposa que voló contra la tormenta y sobrevivió, para volar libremente por la vida."

🦋Fin🦋

Dedicatoria:

El personaje de la mamá de Ana está inspirado en una persona especial que marcó mi vida. Una valiente guerrera que luchó con valentía hasta sus últimos días. Esta historia va dedicada a ella, y a todos los guerrer@s que dejaron una huella imborrable en nuestros corazones.

"Si tienes un sueño, Vuela, puede que mañana sea demasiado tarde"

Ana Berg

Ana Berg

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Del otro lado del lago (Completa)Where stories live. Discover now