✘T R E I N T A Y C I N C O✘

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"La expresión «en serie» significa que uno siempre pasa al siguiente. Ya se trate de un amante o de víctima de asesinato, uno pasa al siguiente y punto."

El asesino de la carretera, James Ellroy

LEAH

Mis párpados se resisten cuando intento abrir los ojos. Me pesan. Me remuevo en el lugar y el frío de la superficie dónde me encuentro recostada me pone los pelos de punta. Mis piernas están dormidas e intento estirarlas para despertarlas, pero un muro me lo impide. Levanto las manos para frotarme los ojos y choco contra el techo.

Al abrir los ojos por completo, los latidos de mi corazón se intensifican.

El lugar en que me encuentro parece una especie de tumba de piedra en el que apenas cabe mi cuerpo acostado. A mi lado izquierdo, unos pequeños barrotes me separan de lo que parece ser una sala circular. Puedo sentir la humedad en el ambiente y el silencio abrazador. No sé si es de noche o de día, no entra ni un rayo de luz del sol ni de la luna por ninguna abertura.

Mi cabeza trata de buscar cuál es su último recuerdo y el rostro de Erwan es lo que se me viene a la mente. Mi vida se volvió un caos en cuestión de horas.

Trato de girarme lo más que pueda. Apoyo una de mis manos en el suelo irregular y un objeto como gomoso y húmedo, se me pega en la palma. Lo sostengo y es cuando percibo las hebras de cabello enredados en mis dedos. Al observarlo con detenimiento me doy cuenta de que hay como un pedazo de piel adjuntado al mechón rubio. Lo lanzo lejos de mí, inmediatamente y me golpeo con los barrotes sin querer.

Se me hace un nudo en la garganta. Frunzo el ceño en un intento por detener las lágrimas que me empañan la visión. Dejo caer mi espalda en el suelo, nuevamente y comienzo a llorar en silencio, viendo el techo a pocos centímetros de distancia sobre mí.

—Ayu... —escucho un leve murmuro al otro lado de los barrotes. Detengo mis lágrimas y me acerco a ellos, sosteniéndolos con ambas manos.

—¡¿Hola?! —exclamo— ¿Hay alguien aquí?

Alrededor de la habitación circular se hayan más barrotes separados unos cuantos centímetros entre ellos, exactamente iguales a los del lugar dónde estoy encerrada. Distingo una mano delgada, casi en los huesos, removiéndose con pesadez fuera de uno de los barrotes de mi izquierda.

—¿Quién eres? —intento observar desde otro ángulo, pero no puedo moverme mucho.

—Leah... —la voz femenina pronuncia mi nombre entre gemidos.

—¿Me conoces? —pregunto con el ceño fruncido.

No responde. Solo soy capaz de escuchar sus débiles gemidos. En ese instante percibo como su mano se aferra a uno de los barrotes de su celda y acerca su rostro a ellos, dejando que la luz del bombillo en el techo del salón la ilumine.

Mis ojos se abren con asombro al reconocerla. Tiene los párpados caídos, sus ojeras están pronunciadas, pupilas rojas, distingo algunos cortes en su cuello y la piel pálida. Su cabello rubio se encuentra grasoso y algunos mechones se le pegan al rostro.

—¿Por qué... —tartamudea— lo hiciste?

—¿De qué hablas?

Intenta hablar, pero está tan débil que comienza a toser.

En ese momento, escucho el sonido como de algo metálico y siento como si una presencia humana se estuviera acercando a nosotras. Es un hombre.

Sus pasos son lentos, despreocupados. Lo primero que distingo son unas botas negras con los cordones abrochados perfectamente, luego sus pantalones con aberturas en las rodillas. Cuando intento sacar un poco la cabeza por una de las aberturas de los barrotes para verle el torso, su rostro aparece frente a mí, ojos verdes saltones y sonrisa torcida, provocando que me impulsé hacia atrás y me golpeé con la pared contraria.

Control: un cuerpo, dos almas©️ [Killer #0]Where stories live. Discover now