Capítulo 4.

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LALISA MANOBAL.

Me preparé, ya no sólo física sino también mentalmente. Saldría con Jennie Kim, la amiga de mi madre y la misma mujer que prometí no volver a mirar; pero como mi cabeza, mi cuerpo y mi boca trabajan en tiempos diferentes, es algo complicado sincronizarlos.

Nayeon se encontraba en la parte de atrás del coche. Jennie conducía y yo estaba cómodamente sentada en la parte de adelante. De vez en cuando mis ojos viajaban hacia el perfil de la coreana.

No quería ser evidente <<era obvio que lo estaba siendo>> y lo mas probable es que Nayeon se estuviera dando cuenta de aquello. No era tonta y yo tampoco era ciega; así que no podía privarme de aquellas vistas. Pero por más linda que luciera, tenía que aprender a controlarme, no quería lucir como una adolescente calenturieta a la que sólo le importara una cosa.

En general, no me importaba ni aquella mujer. Era la amiga de mi madre y sería una falta de respeto si siquiera me atreviera a mirar a su dirección. Cerré los ojos y los abrí para esta vez admirar el paisaje que me ofrecía mi ventana. Los nervios ya estaban en mí, y el silencio en el coche <<omitiendo la música la cual era muy baja>> no hacía sino crear más tensión.

Y no tenía ni idea si Nayeon estaba al tanto de eso, pero el mirar a Jennie, hizo que mis manos a pesar de tener el aire del coche, sudaran. Asimismo, que mi piel se erizara sin razón alguna y que por mi cabeza sólo pasara esa mujer. Fue lo mismo que ocurrió anoche, guardándose en un espacio en mi cabeza, y saliendo en mis sueños.

Sus ojos azules cual cielo no han hecho sino permanecer ahí, torturándome. No sé el porqué, no sé el como, pero su perfume y toda ella, emanaba más que sólo seguridad y poder, esa mujer podía poner de rodillas a cualquiera. Hasta a mí.

—Llegamos —avisó con una pequeña sonrisa. Miró por el retrovisor a lo que supuse que fue Nayeon—. Pueden ir bajando, estacionaré...

—No me gusta —dije.

—¿Qué?

Miré a su dirección, —No me gusta bajarme hasta que el coche no esté estacionado. Yo me quedo.

—Yo me bajo. No me quedaré esperando que encuentren un estacionamiento, las esperó por el área de los vestidos —Nayeon no tardó en bajar. Me dejó a solas con aquella coreana.

Tomé y recargué valentía sobre mi espalda. No tenía ni la más mínima idea de como respirar con sincronización, ella desconectaba todo mi cuerpo. Y ser atrevida con ella no era una opción, así como tampoco mostrarme tal cual soy.

<<La sinceridad es un precio que de cuando en vez, se paga caro>>.

Ninguna dijo nada. Yo miraba al frente y Jennie buscaba un puesto, cosa que se le dificultó un poco.

—Tome ese —señalé.

—No, ese está muy lejos —contradijo.

Alcé mis hombros, —¿Y? es un estacionamiento, y esto está lleno, hágame caso.

—Tú hazme caso a mí, está retirado, Lalisa.

Alcé las manos, —Déjese de terquedades. Nos costará más encontrar uno sino... —tarde. Un carro se adelantó y entró al estacionamiento—. Perfecto.

—Es mejor así, encontra...

—Testaruda —rechisté.

—¿Disculpa? —detuvo el coche, para buscar mi mirada. Cuando la encontró, lo volví a repetir.

—Es usted una mujer testaruda, ese lugar estaba perfecto —señalé.

—Estaba retirado, si me estacionaba ahí íbamos a caminar más —concluyó.

Viajando Entre Mentiras. (Jenlisa)Where stories live. Discover now