Capítulo 16.

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LALISA MANOBAL.

¿Me la estaba jugando? sí, y mucho. A montones.

Pero que bien se sentía cuando no le rendía cuentas a nadie de lo que hacía y como lo hacía.

Jennie posó su mano sobre mis caderas y jaló hacia ella, y sin más esperas cerró la brecha que estaba entre nosotras. Tomó mis labios con vehemencia, olvidándose de todo el puto mundo, y logrando que a mí también se me olvidara.

Cerré los ojos con algo de fuerza, y sin mover mis labios, eso hasta que Jennie puso su mano en mi cintura e hizo que la debilidad de todo mi cuerpo creciera. Abrí mis labios y dejé que la castaña me besara, apoderándose de mí lengua y luchando en una batalla campal contra la suya para ver quien tenía todo el control.

Jennie me besaba como la primera vez <<sí, era la primera vez>> pero también como la última.

Jadee entre el beso cuando tuve algo de tiempo para recuperar el aire. El fuego que subió en ese momento fue tanto, que perdí el hilo de todos mis pensamientos, dejé que ella tomara el mando. Su mano me jaló más hacia ella si es que eso era posible, tomándome por completo.

Sus labios eran como subir al cielo y conocer lo que es la gloria por más de cinco segundos. Eran dulces y acaramelados, que no empalagaban, al contrario, daban ganas de querer seguir besandolos. Eran adictivos, estaba sedienta, quería más de ella. Y me lo dio cuando llevó su mano a la parte superior de mi pecho, y amasó uno de mis pechos.

Un beso efusivo y jodidamente rico.

Todas mis terminaciones nerviosas cedieron el paso. Si no fuera porque me estoy apoyando del escritorio, ahora mismo estuviera en el suelo. Jennie hizo a un lado mi cabello y bajó sus besos a mi cuello, mordió cuando notó la oportundad. Por instinto tomé su cabellera y la jalé, robándole un gemido.

Eche mi cabeza hacia atrás, y para que no se detuviera, me arqueé a su cuerpo el cual desprendía un buen perfume y un rico calor que el mío anhelaba y no quería quedar en el frío. Permití que volviera a mis labios para que los tomara con rudeza y fuerza.

Eran de ella. Volví a nacer.

Gemí cuando una de sus mano se coló entre nosotras y fue a mi sexo, presionó ahí. Estaba húmeda y ansiosa, lo que solo me había ocurrido una vez y ella resolvió ese problema, así como lo resolvería ahora.

—Eres mía —presumió contra mis labios, mientras buscaba el botón de mi pantalón—. Ese coño que ahora está mojado es por mí. No te quiero cerca de Seulgi.

—Mmmh... Jennie.

Al no poder encontrarlo por su desesperación y rapidez. Me empezó a tocar por sobre este.

Mis labios se separaron en un gemido muy desesperado, miré sus ojos y lo oscuro que se veían, miré sus labios y lo hinchado que estaban que lo más probable es que los míos estén de la misma manera. Detener esto sería un total fracaso, porque yo también lo deseaba.

Lo único que pasó por mi cabeza en ese momento fue atrapar sus labios y lo hice, probé su lengua y me deleité con su sabor. Jennie me estaba besando como si nunca hubiese probado una boca, o hace mucho que no lo hace. Tomaba mi punto G sobre mi ropa como si lo conociera de toda la vida. Lo encontró y no perdió el tiempo en masajearlo.

—Más... joder... dame más —pedí a gemidos y reclamos.

Su boca sobre la mía, respirando una contra la otra. Por detrás de mi espalda empezó a correr el frío del sudor, sentí esas gotas deslizarse por ahí. Con mis manos me sostuve de la orilla del escritorio, mordí mi labio con fuerza y me olvidé de todo. La masturbación que me estaba dando Jennie, me perdió en todo el sentido de la palabra.

Viajando Entre Mentiras. (Jenlisa)Where stories live. Discover now