Capítulo 37.

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LALISA MANOBAL.

Creí escuchar mi corazón romperse con agresividad. De esas veces que le das un papel a una persona para que lo coloree y lo único que hace es doblarlo, causando que en aquel se formen agujeros y que se doble quedando cicatrices en la hoja.

Mi suspiro salió tembloso y por más que quisiera despertar de esa horrible pesadilla, sabía que no iba a poder; porque era real.

Ese vacío, esa necesidad de querer saber toda la verdad y al mismo tiempo no querer saber nada. Un día creer que tienes al mundo en tus manos y al día siguiente saber que no tienes nada, y jamás tuviste la certeza de que fuera real.

Y recuerdas la primera vez que todo sucedió y te rompe el corazón en mil pedazos. Porque algo dentro de ti cambió en ese mismo instante, algo que no estaba predicho. Es ese golpe en el pecho, se sienten como mil dagas rompiendo la barrera.

En mi garganta se formó un nudo que no me permitía ni hablar. Miré la mano de aquel hombre, fruncí el entrejo pero no me atreví ni a tocarlo. Di un paso atrás, tratando de no llorar, porque no quería llorar.

Quería creer que era mentira, que Jennie no me había engañado de esa manera. Y que Seulgi no tenía razón, que todo eso que me dijo no fue más que un vil mentira.

Yo lo quiero creer. Quiero creer que Jennie sólo me tiene a mí, que esos te amo no fueron una mentira. Y que hoy mi corazón no se está rompiendo en mil pedazos.

—Lisa... ¿pasa algo? —preguntó mi madre.

—Seguro —Nayeon se levantó casi corriendo—. Está un poco desorientada —me tomó de la mano—. Pero se va a calmar.

Mis ojos ardían. Y podía jurar que no faltaba mucho para romperme a llorar.

El hombre sonrió de costado, como si él supiera algo. Pero yo quería romper todo, mandar todo a la mierda y olvidarme que algún día conocí a Jennie. Sacarla de mi mente, porque esto parecía ser una de las peores pesadillas.

Busqué algo en su mirada, algo que me dijera que esto era todo una broma y que un estúpido payaso saldría de la nada, y ella me gritaría que solo fue para asustarme. Pero más que un gesto burlón, la notaba algo decaída, como si no hubiese comido bien. No sé, había algo en su mirada y todo ligado con arrepentimiento.

Mi corazón era uno lastimado. Y la mirada de Jennie no me negaba lo que estaba pasando ahora mismo, ni siquiera hizo el intento de ponerse de pie. Sólo me dejó de mirar, bajó la cabeza y suspiró.

—Y... ¿de-desde cuándo? —carraspeé.

—Desde joven, Jennie y yo nos conocimos por su familia —explicó él.

Me quedé muda. Ese era el tipo, el tipo que le metió esa mierda a Jennie. Este fue quien la destruyo. Y ella hoy estaba con él aquí, por supuesto, era él quien la llamaba. Por eso se ponía tan nerviosa, y jamás tuvo la valentía de decirme que se seguían viendo. Y que yo sólo era un maldito juego.

—Esa historia debe ser muy romantica —dijo mi madre con emoción—. Sentémonos. Nos gustaría hablar más con ustedes.

—Lisa —susurró mi hermana.

—Tranquila, Nayeon —intenté sonreír pero fue más una mueca.

Me pareía inaudito, ella estaba aquí con el mismo hombre que estoy segura la maltrato, la intrujo en eso de las drogas y que encima de eso no la respeto. Y me da coraje ver como este se volvió a sentar junto a Jennie y ella lo tomó de la mano. Ver como él la miraba a ella y saber que yo no podía hacer eso frente a nadie.

Nayeon se quería quedar a mi lado pero yo le dije que podía sentarse que yo me iba a quedar de pie, esperando que aquellos terminaran de contar su bonita historia de amor. Mientras mi corazón se partía en mil y más pedazos. Mientras mi labio inferior temblaba.

Viajando Entre Mentiras. (Jenlisa)Where stories live. Discover now