Capítulo 31.

1.8K 198 38
                                    

JENNIE KIM.

—¿Kai?

—Hola, mi amor.

Entró como juan por su casa, dejándome con la quijada desencajada. Era él, estaba justo delante de mi, con un semblante burlón y triunfante; sabía que pasaría, pero nunca me imaginé que tan rápido. Cerré la puerta detrás de mí.

Fue como si el demonio mismo hubiera entrado a mi casa. Pero Kai era una buena reencarnación de él. Me daba asco el hecho de verlo, pero esto tenía que enfrentarlo de alguna u otra manera. Apreté la mandíbula, con un muy mal sabor de boca. El hecho de tenerlo otra vez frente a mí, a mi peor enemigo, porque eso era Kai para mí, el peor de los enemigos.

Enfrentarlo no sólo sería una lucha para él, sino también para mí misma. Estaba frente al hombre que me desgració la vida, frente al mismo que no tuvo ni un poco de empatía en el momento que me embarazó y fingió que fue por obra de un amor. De un amor que jamás existió entre nosotros.

—¿Qué haces aquí, Kai? —quise saber.

—Te dije que iba a venir a por ti, Jennie. Te dije que no te librarías de mí —su tono de voz jocoso, pero al mismo tiempo venenoso, le agregaba a mi cuerpo un sentimiento ya conocido. Quería vomitar.

Ahí estaba aquel hombre, con un traje oscuro, el cual le quedaba perfecto a su porte. Un peinado decente, y una postura inminente, cualquiera pensaría que es el hombre perfecto. Un padre de familia ejemplar, y me obligaba a fingirlo, pero eso se terminó. Entre Kai y yo no puede haber más nada, ni lo habrá. Primero muerta antes que dejarme tocar por ese gusano.

—No sé que haces aquí, no sé para que me buscas si sabes perfectamente que entre tú y yo no hay nada —me crucé de brazos, sintiéndome algo indefesa, por alguna razón, la presencia de Kai lograba causar efecto en mí. El cual de positivo no tenía nada.

—¿Qué quieres? no iba a dejar a mi esposa vagar por esa porquería de...

—Mucho cuidado. Si vivo aquí es porque me siento cómoda, no es ninguna porquería.

—Por Dios, Jennie, este... —miró alrededor, barriendo con la mirada el departamento—. Esa cosa no se parece en absolutamente nada a nuestra mansión. Allá tenías de todo, aquí no tienes nada.

—Eso es lo que tú crees —me puse firmé—. No más, Kai. No me vas a humillar como tantas veces lo hiciste.

Inclinó la cabeza hacia un lado, —Todo fue por amor. Nunca me entendiste.

—No, eso que decías tenerme no era amor, era obsesión. Y sigue yaciendo en ti, crece en tu interior —increpé.

—Probablemente —chasqueó la lengua, y fue paseando por mi departamento—. Este lugar es aburrido, no tienes diversión me imagino —se detuvo un momento para mirarme—. ¿O ya encontraste quien te follara?

—No somos nada.

—Tch, tch, tch —chasqueó en desaprobación—. No, cariño, somos y siempre seremos algo. Eres mía, Jennie.

Cerré mis ojos unos segundos. Yo no era de él, por más que me lo repitiera, yo no lo pertenecía. Me daba nauseas saber que un día fui más suya que mía, me repugnaba a más no poder. Y jamás me mezclaría otra vez con esa clase de ser humano; porque si Kai no hubiese llegado a mi vida, estoy segura de que este vicio, esta horrible situación no la estuviera pasando.

—En tu puta vida, lárgate, déjame ser. Déjame vivir, ¿quién te dijo que yo estaba aquí? ¿fue Irene, Sooyoung? —lo enfrenté—. Respóndeme.

Entrecerró la mirada, —¿Asustada?

Viajando Entre Mentiras. (Jenlisa)Where stories live. Discover now