73-Promises.

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Demian

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Demian.

«Mía»...

En su dedo reposa el anillo que la proclama cómo mi esposa, y tal cosa me da una sensación de satisfacción que abarca mi pecho, en su nombre reposa mi apellido, dando muestra de fe que es de mi propiedad y que solo a mí me pertenece.

La diosa que me hechizó desde el primer día que la vi, hoy la desposé y ya no solo es la mujer mía en la privacidad de una habitación, si no que ante los demás es y siempre será la esposa y señora de Demian Brown.

No sé si tal sensación me hace un bien o si solo está alimentando más mis delirios posesivos, porque si, me siento peor de lo que ya estaba.

«En mi hay un antes y un después desde que Aleska llegó a mi vida y no sé si este hombre que soy ahora sea mejor o peor, pero puedo asegurar sin temor a equivocarme que soy peor... mucho peor»

El día se me hizo eterno, me jode estar rodeado de gente y tener que hipocresiar fingiendo una sonrisa que no siento, ni me nace darle a nadie.

La fiesta fue idea de Angge, realmente lo único que yo quería era darle su boda en la playa, casarme y encerrarme con mi mujer en una habitación de hotel y follármela hasta que el cansancio dominara nuestros cuerpos y que nuestros ojos se cerraran producto del agotamiento que da hacer el amor tan intenso.

Porque así quiero que sean mis días a su lado y no espero menos de ella.

Sí, sonará un poco machista, pero así soy, un maldito animal que necesita una mujer que lo satisfaga a su antojo, cuando yo quiera y se me plazca, porque quiero una esposa que me represente y una hembra que me cumpla en la cama como debe de ser.

«Mi boca se abre una y otra vez cuando amoldamos nuestros labios y ambos nos devoramos mutuamente nuestras lenguas...»

La fina tela translúcida le queda pegado al cuerpo como una segunda piel, haciendo relucir sus voluptuosas caderas y me da una clara visión de esos montículos que tiene por tetas.

«Me gusta sentir el tacto de esa fina tela de encaje pegada a su cuerpo»

Y la polla se me agranda aún más de lo que ya está, de tan solo pensar que compró el vestido para lucírmelo a mí, a su esposo, a su marido, a el hombre que la idolatra y la contempla no solo como su mujer sino cómo la diosa que es.

Mi espalda está totalmente acostada del diván y mis manos recorren por encima de la fina tela el cuerpo de la mujer que está abierta de piernas en mi regazo.

Mis manos bajan posándose en sus piernas y recorro su piel por debajo del vestido acariciando sus muslos mientras nuestras lenguas no se dan tregua, mis manos ascienden lentamente hasta llegar a sus nalgas, las aprieto con morbosidad.

-Desnúdate-Le pido al separar nuestras bocas.

-Pensé que me ibas a hacer el amor con el puesto-Me recuerda.

2-TÚ ERES MÍA (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora