7 - Primera parte

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7

Primera parte



—¿Qué? —emitió él, confundido.

Si con el diario conseguía demostrar que había vivido en la superficie después del incidente, estaba dispuesta a enseñárselo. Pero no le contaría todo. Decirle que sus palabras me sirvieron de compañía y que por él había salido de la seguridad de mi casa, era algo que no valía la pena mencionar. No por ahora.

—Para mostrarte necesito que me devuelvan mis cosas —dije—. Llevaba una mochila cuando caí dentro de la grieta, ¿podrían dármela?

Su expresión facial se suavizó, y entonces asintió.

—Ordenaré que la lleven a tu habitación —aceptó mientras se volvía hacia el ventanal para cerrar las cortinas—. ¿Y qué es eso que quieres enseñarme? ¿A qué te refieres con «una parte de mí»?

—Bueno, es... —intenté decir, pero una voz me interrumpió:

—¡Levi!

Ligre entró con tanta urgencia a la sala que no pudo disimular el agite y la preocupación que expresaba su rostro. Ignoró por completo mi presencia y se dirigió directamente al comandante:

—Tienes que venir rápido a la sala de control, y sí, sé que me dijiste que me encargara de la inspección, pero es muy importante —le informó con apremio—. Tenemos un asunto.

Levi reaccionó sin tardar.

—Voy de inmediato —manifestó para después volverse hacia mí—: Te buscaré más tarde y hablaremos de lo que quieres mostrarme, ¿de acuerdo? Ahora, por favor regresa a la habitación y descansa.

Mi ánimo se controló un poco después de que lo vi salir. Al menos tendría una buena cantidad de tiempo para pensar en cómo le diría que había encontrado su diario. Lo único que no terminaba de convencerme de decir toda la verdad, era el no saber si recibiría una mala reacción de su parte. Después de todo, contenía cosas sobre su vida, cosas muy privadas.

Me acerqué al ventanal y corrí las cortinas yo misma. Observé de nuevo la gran civilización y una sensación de temor me abrumó. Las palabras de Julian habían estado cargadas de esperanza. Cuando toda esa gente supiera que era inmune al gas, ¿también pondrían sus esperanzas en mí? Sería una gran responsabilidad. Pero, ¿por qué me habían dado esa responsabilidad a mí? ¿Por qué a los otros Seis?

—A veces yo también me quedo mirándolos por un largo rato —habló alguien.

La voz me tomó por sorpresa y me alarmé, pero era Julian.

—Sé que tienes miedo —añadió después de que mi silencio se extendió—, y debes saber que eso es completamente normal.

—Miedo y muchas dudas —confesé mientras intentaba apaciguarme un poco.

Julian asintió y reajustó sus gafas.

—Cualquier cosa que necesites, coméntamela. Quizás no pueda aclarar todas esas dudas, pero puedes contar con que te diré lo que sé sobre nosotros, nuestros enemigos y tu inmunidad.

Quise preguntarle muchas cosas. Pero todo era muy confuso y complejo. Ahora sabía que existían dos grupos proclamados enemigos: El Imperio y La RAI. También sabía que la superficie estaba contaminada por un gas letal, producto del proyecto ASFIXIA. Además de eso, de diez personas solo siete habíamos sobrevivido al segundo proyecto llamado INMUNOEFICIENCIA, aquel que nos había otorgado la capacidad para no morir asfixiados. De esas siete personas solo quedaba yo, y como si no fuera poco, había sido sometida a terapia electroconvulsiva para no poder recordar la época de mi vida en la que había formado parte del proyecto.

ASFIXIA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora