20 - Primera parte

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A las tres de la mañana del día siguiente estaba lista para entrenar. Habían cambiado los horarios para que Ligre pudiera ocuparse por completo de preparar a los que asistirían a la misión, y se habían cancelado mis entrenamientos con él. Entonces tenía que pasar todo el día con Carter practicando técnicas de defensa. No me molestaba, pero pasar un día entero con Carter significaba recibir más gritos de lo normal.

Me resultaba casi imposible superar el dominio que el especialista tenía sobre ataques, pero al menos lograba esquivar y lanzar algunos golpes.

—Tienes suerte de que ninguno de esos soldados sea como yo —había dicho él.

Y tenía razón, porque no solo dominaba el combate cuerpo a cuerpo y el combate cercano, sino que además de ser un especialista en interrogación, mantenía unas impecables habilidades como soldado. Incluso mientras exponía las diferentes maneras en las que un guardia enemigo podía presentarse, se le había escapado el cuentico de que era políglota.

Carter era habilidoso y también peligroso. Daba miedo y al mismo tiempo inspiraba cierto respeto. Cuando le conocías ni siquiera podías negar que era un excelente maestro.

Durante el almuerzo, mi única hora de descanso, Julian me mandó a llamar. Asumí que tenía algo que decirme sobre las pruebas que había estado haciéndome, y deseé que esa vez sí hubiera noticias que pudieran llevarnos al motivo de mi inmunidad. Pero al llegar a su consultorio, justo antes de entrar, presencié una incómoda escena.

Medio oculta entre el umbral de la puerta alcancé a ver cómo Exen y el doctor discutían.

—Pudiste habérmelo dicho —protestó Exen. Su voz era fuerte, cargada de rabia—. Detesto esa maldita costumbre de ocultarlo todo en esta porquería de lugar.

—No te refieras de ese modo al sitio que te ha protegido durante tres años —le reprochó su padre—. Si no te lo dije fue porque en ese momento actuabas con mucha inmadurez. No ibas a saber manejarlo.

Para Exen, esas palabras lo empeoraron todo.

—¡¿Y tú qué sabes?! ¿Y si hubiese sido capaz de aceptarlo? Nunca confías en lo que puedo hacer. Crees que soy débil y que no pienso bien antes de actuar. Me has decepcionado.

El doctor Julian se quedó muy quieto detrás de su escritorio. Sus ojos expresaron el dolor que las palabras de su hijo producían en él. Nunca los había visto discutiendo. Desde que los conocía, Exen siempre había demostrado respeto y agrado hacia su padre incluso sabiendo que era uno de los creadores de ASFIXIA, pero en ese momento su actitud había cambiado; la amargura estaba marcada en su rostro.

—Nunca haría nada para dañarte —se defendió Julian—. Lo oculté porque todavía no estabas listo para comprender las capacidades que te había otorgado. Ahora ya sabes que puedes hacer cosas que el resto no, solo te pido que no hagas nada equivocado por culpa de la ira.

Exen soltó un resoplido irónico.

—No me digas qué carajos puedo hacer y que no —manifestó con un tono hostil—. Me mentiste, me engañaste y me usaste como un experimento. No pensaste en mí como hijo, pensaste en mí como rata de laboratorio. Ahora yo pensaré en ti como un científico incapaz de preocuparse por algo más que una porquería de proyecto, y no como un padre.

—Exen, tú eres lo más importante en mi vida —casi suplicó Julian.

Sus cejas se arquearon y la tristeza fue notable entre sus palabras, pero Exen expresaba una cólera irremediable y aterradora que rayaba el dolor.

ASFIXIA ©Where stories live. Discover now