Capítulo 12

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Nydia

El general Aquiles me guio cortésmente hacia el salón, donde una enorme mesa estaba esperando para empezar a ser servida. Demasiado elegante para pertenecer a la época medieval, parecía más tipo corte del rey de Francia allá por el siglo 18. Casi que esperaba ver al mismísimo rey sol retratado en un enorme lienzo en la pared.

No me pasó desapercibida la presencia de otros tres hombres ya sentados a la mesa, que se pusieron en pie en señal de respeto cuando entramos en la sala.

—General. —Saludaron todos casi al unísono.

—Permíteme que te presente, Nydia. Estos son mis lugartenientes; Lee Xian, Colindae y Melión. —Cada uno de ellos inclinó la cabeza con un movimiento brusco y breve, como un saludo militar. —Falta Garth, que se reunirá pronto con nosotros.

—Siento el retraso. —Nos giramos para ver como el aludido entraba y se posicionaba en el que debía ser su asiento.

—Señores. —Saludé con educación.

—Veo que no han tenido en cuenta a nuestra invitada. —Advirtió el general. Eché un vistazo a los servicios preparados en la mesa, a mi forma de ver eran los mismos que las personas que estábamos allí en ese momento. Lo que significaba...

—¿Quién queda por llegar? —Pregunté. Mientras lo decía, el general estaba haciendo una seña a alguien que no había notado antes. Estaba pegado a la pared, o más bien, había varias personas colocadas de forma estratégica en la sala. Criados; su postura y ropas indicaban que eran parte del servicio que nos atendería esta noche.

—Aliana, pero no tardará en llegar, la envié a hacer un recado. —Sentí un extraño chisporroteo en el aire, aunque debí de ser la única en notarlo, y después llegó una voz desde un acceso diferente por el que habíamos llegado.

—Ya estoy aquí. —Me giré hacia ella. Su porte altivo, su mirada, todo en ella decía que se creía muy superior a mí, y que no perdería ninguna oportunidad para hacérmelo notar. Pues estaba preparada. Ella sería la reina de este lugar, yo era la reina de las 7 casas.

—¿Todo en orden? —Ella se sentó en su lugar sin dejar de apartar la mirada de mí.

—Los hombres tendrán su recompensa esta noche, como pediste. —Un ligero choque de cerámica llegó hasta mi oído. Fijé la vista en el criado que estaba poniendo el nuevo servicio en la mesa. Aunque su cabeza estaba inclinada, podía notar el fuego en su mirada. La recompensa que esos hombres iban a recibir no le gustaba en absoluto. Es más, diría que lo odiaba. ¡Oh, mierda! Eso podía significar...

—Antes de nada, quisiera hacer un brindis por nuestra invitada. Transmitirle nuestra bienvenida, y los mejores deseos de que encuentre aquí su nuevo hogar. —Estaba demasiado convencido de que iba a quedarme con ellos. ¿Sería demasiado pronto para decirles que no pensaba hacerlo? Prefería vivir por mi cuenta en la jungla de ahí afuera, con esos a los que llamaban salvajes, que arriesgarme a vivir con ellos. Aunque tendría que decidirme rápido, porque tenía alguien más en quién pensar. Si mi hija nacía aquí... La utilizarían para coaccionarme, estaba segura de ello, y no quería ni imaginar la vida que ella tendría aquí. Escapar era nuestra mejor oportunidad.

—Agradezco su bienvenida. —Alcé mi copa para brindar junto a ellos. ¿Estaría mal que fingiese beber? Se suponía que con el embarazo no se podían hacer esas cosas.

—Es lo menos que podemos hacer, no es frecuente que nos visite una auténtica reina. —Ninguno pudo contener el asombro, incluso escuché más de una inspiración profunda.

—Eso no puede ser verdad, ninguna reina acabaría aquí. —La voz de Aliana sonó demasiado dura para mi gusto.

—Pues es la verdad. Nada más y nada menos que la reina...—Antes de que Aquiles dijera el color de mi corona se me ocurrió que no era necesario que todos lo supieran, no al menos de momento.

El clan del viento - Estrella Errante 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora